Tras
la eclosión del ‘caso Bárcenas’ y sus graves efectos sobre el partido del
Gobierno, la reacción no se ha hecho esperar. El mismo diario que reveló
sorprendentemente la existencia de cuentas en Suiza del tesorero del PP por
valor de 22 millones de euros se ha sacado de la chistera un aparente escándalo
en la Fundación del PSOE, cuantificado en 50.000 euros, que ha permitido
igualar ante la opinión pública a los dos grandes partidos. Era de esperar. El
amigo Pedro J. sacó a la luz pública las cuentas de Suiza para reafirmar su
liderazgo y poder en la prensa escrita española, pero no podía dejar de
compensar a los que tras largos años han sido sus socios políticos naturales:
el PP. Y no lo ha hecho. Ahora la mayor parte de la población española piensa
que son todos iguales y está confundida. Por tanto, objetivo cumplido por el
diario conservador El Mundo, pero también por el PP.
Todo
indica –como ya valoré en otra entrada en este blog- que la trama Gürtel
formaba parte del entramado financiero del PP. Es difícil entender que el tesorero
del PP nombrado por Rajoy en 2008, pero desde mucho antes gerente de este
partido, haya podido acumular hasta 22 millones de euros conocidos, con una
dedicación exclusiva al partido, salvo que esta organización le haya servido de
medio instrumental, como todo indica, para atesorar tan ingente fortuna y otras
operaciones cuyo alcance son desconocidas. Bárcenas parece tener la llave de
las puertas del infierno. El temor a que se abran sus puertas ha llevado al
presidente del PP a desplegar una estrategia mediática y cerrar filas entre los
suyos, pues, de lo contrario, las consecuencias pueden ser nefastas, ya no solo
para el PP, sino también para los círculos más cercanos al poder e incluso para
la confianza desplegada por el actual Gobierno.
El
denominado ‘caso Mulas’ de la Fundación Ideas, o como se ha nombrado después, ‘caso
Amy Martin’, no deja de ser un gran esperpento político. Un sobresueldo,
posiblemente pactado con el gerente de la Fundación mediante la publicación de
artículos, perfectamente legal, como lo hubiese sido el pacto de un salario
superior que hubiese englobado el valor de 50.000 euros otorgado a los
artículos. Nada ilegal, que le ha permitido a El Mundo generar un problema donde
no existía y a la dirección de la Fundación Ideas reaccionar pensando más en
minimizar el problema creado por el diario ante la población y diferenciarse
del PP. Sin embargo, insisto, el problema de legalidad no existe. Otra cuestión
es que el personal afecto a la Fundación Ideas viera esta práctica poco
ortodoxa y discriminatoria para los propios trabajadores. O, si me permiten,
absurda, en mi opinión. Lo que le ha permitido a Pedro J. montar todo este
montaje con la contribución de algún
trabajador o ex trabajador de la fundación y el modus operando de la propia entidad.
Está
visto que vivimos en un alarmante estado catatónico. Basta poner ante la
opinión pública cualquier rumor o alguna noticia negativa de la denominada ‘clase
política’ para que la población los abrace con saña e ira, sin llegar a poner en
juego un solo elemento reflexivo. Da lo mismo ser de derechas que de
izquierdas. Son muchos y muchas los que van con orejeras. Hoy, todo lo que es
negativo vende. Sin entrar en razones. Y, a río revuelto, ganancia de
pescadores. Esto es lo que está ocurriendo con el ‘caso Bárcenas’.
Durante
estos días estamos viendo cómo el PP ha
puesto el ventilador. Tras celebrar una reunión de su comité nacional y
anunciar que revisará las cuentas, una vez más, por parte de su tesorera –que, por
cierto, no se caracteriza por su diligencia y profesionalidad, como pueden dar
fe quienes han trabajado con ella-, el poder mediático se ha lanzado mediante
editoriales y artículos que manifiestan la bondad de la medida. Para soslayar la
liturgia parlamentaria, el ‘ministro bufón’ acudió a la Comisión de Hacienda y
Administraciones Públicas. Una comparecencia lamentable que no aportó nada, y
que ha permitido, una vez más, amplificar en los medios de comunicación afines,
tanto públicos como privados, el mensaje oficial del PP sobre el caso. Lo mismo
ha ocurrido con el mensaje de Rajoy en Sudamérica: “no se volverá hablar del
caso hasta que no se pronuncie la Justicia”. Anuncio de navegantes para los
medios afines y militantes populares.
Mientras
tanto, la prensa hablará del caso ‘Amy Martin’, en el que la señorita Zoe
aprovechará para hablar y promocionar su libro; y en el que el PP habrá
encontrado, gracias a su grandes voceros mediáticos, el antídoto para el mayor
caso de corrupción política conocido; y donde una gran parte de la población
española, incluida la izquierda, estará encantada de seguir siendo manipulada
por los intereses y mentiras de la derecha. Así de crudo.