Basta ver el vídeo de la intervención de la diputada del PP por
Segovia, Sra. Escudero, en el debate sobre el aborto en el Congreso –disponible
en esta página- para darse cuenta de que el PP no es ese partido de centro
tolerante y de amplias miras que nos vendieron en la campaña electoral. La
posición del Gobierno de España sobre el aborto es una buena prueba. Con el
nuevo marco normativo que propugna el ministro de Justicia en esta materia,
España se aleja de la regulación del resto de Europa y retrocede a viejos
prejuicios que erosionan los derechos conquistados de la mujer en los últimos
35 años.
Se siguen así a pies juntillas los postulados del
cardenal Rouco Varela. El Gobierno en las políticas de reproducción sexual está
cautivo de las líneas de acción que marca el sector más conservador de la
Iglesia católica, pero también en otros ámbitos, como es el sector educativo.
La recuperación de la asignatura de religión y el impulso de conciertos con los
colegios religiosos es una inversión en jóvenes votantes conservadores que
asientan y fortalecen el pensamiento
católico y refuerzan el porvenir del PP. Todo ello financiado con fondos
públicos.
En una sociedad democrática avanzada, ningún grupo
político puede imponer sus valores y creencias a otros. La intervención de la
diputada popular tradujo ese desprecio por el pensamiento divergente de la
oposición, tanto en la forma como en el fondo. Demonizó y segmentó a las mujeres españolas en relación
a su actitud hacia el aborto en función de su renta o nivel de formación. Hizo
un análisis superficial y poco riguroso que denota un desconocimiento de la
problemática de la sociedad española en materia reproductiva. La diputada
Escudero actuaba, le guste o no le guste, como portavoz del Grupo Parlamentario
Popular, aunque en algún momento diera la sensación de que actuaba en clave
personal. Solo la vicepresidente Celia Villalobos abandonó el escaño.
El PP no puede convertir en ‘delito’ lo que, desde
sus creencias y valores, considera que es ‘pecado’. Las mujeres españolas, con la reforma del
aborto programada por el Gobierno del PP, estarán bajo el prisma del Código Penal.
No se merecen este desprecio, más cuando muchas de ellas han votado al PP de
buena fe bajo la premisa de que el Partido Popular compartía la tolerancia y el
respeto hacia los derechos de la mujer. Hoy, como hemos podido comprobar, el PP
se escora hacia la derecha extrema, y sus diputados faltan a la obligada
cortesía parlamentaria y al respeto por el pensamiento divergente.
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