De unos años a esta parte, pero con más intensidad
en los últimos tiempos, el Congreso de los Diputados recoge la actuación circense
de algunos espontáneos en tribuna, pero también, en algún caso, de sus propios
moradores. Todo con un solo objetivo: llamar la atención de forma singular con
el objeto de reivindicar alguna causa no atendida por el grupo parlamentario
que sustenta la acción de Gobierno, o por el propio Gobierno; o bien, llamar la
atención, sin más.
El Parlamento es la Casa de la Ley. Sus
representantes han sido elegidos democráticamente por el pueblo en el ejercicio
de la soberanía nacional, aunque a muchos españoles no les agrade su acción
política o no entiendan su papel en un determinado momento. Cuando se ataca a
la dignidad del Parlamento o se le ofende, se está faltando a todos los
españoles. Si bien, algún grupo parlamentario no parece ser consciente de esto
a tenor, de sus reacciones ante estos hechos.
En estos últimos días hemos asistido a unos de los
espectáculos más grotescos: el semidesnudo de las girls de FEMEN. Tres jovencitas bien agraciadas de cintura para
arriba que nos hicieron pasar a los que allí estábamos momentos de angustia con
sus voces y “streeptease” ante el temor de una posible desgracia. Unas
chiquillas que tomaron el aborto como base de su reivindicación, pero que mucho
me temo que su objetivo era otro: dar a conocer a su colectivo en nuestro país
y exhibirse. Y para ello eligieron la sede la soberanía nacional en el momento
que concentra la mayor atención mediática de la semana. Acto que me temo se
volverá a repetir no en sede parlamentaria, pero sí en algún escenario muy
singular y con una gran presencia de medios.
Las legítimas reivindicaciones feministas, así como
la del aborto, no necesitan manifestaciones sexistas como las de este grupo.
Flaco favor se hace enseñando las tetas o utilizando la cuarta columna del
hemiciclo como barra de exhibición a las féminas españolas y a las políticas
que reivindican la igualdad y el justo papel que ha de ejercer la mujer en una
sociedad democrática avanzada como la nuestra. No. La defensa de las derechos
de la mujer se ejerce con propuestas, y ajustándose a las pautas de acción que
proporciona nuestro sistema constitucional, que son muchas.
Pero este colectivo no es ni será el único que ha
faltado a la dignidad del Parlamento español. Son muchos los diputados que lo
hacen día a día. No solo los que aplauden este tipo de actuaciones, sino
quienes en sus intervenciones se desnudan, sacan banderas, aparecen con dos
grandes libros en cruz, se disfrazan o colocan unas naranjas encima del atril…
De todo hay en la viña del Señor. Y todo vale con tal de llamar la atención y
contar con unos segundos de gloria en las televisiones o una fotografía en los
periódicos.
Todo este espectáculo circense cuenta en muchos
casos con el apoyo de los medios de comunicación. Hoy se valora más una
“payasada extemporánea” que un buen discurso o una buena propuesta. De ahí que
algunos estén mutando su oficio. Pero el Parlamento no puede ni debe convertirse
en un circo. Por el bien de la Democracia.
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