Esta última semana se ha presentado en el Parlamento
el proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2014. El Gobierno del PP
los ha bautizado como de la recuperación. El mensaje político asociado a estos
presupuestos ha sido que la economía española da claros síntomas de
recuperación. Para ello se apoyan en la caída de la prima de riesgo, la
recuperación de la confianza de los consumidores y el saneamiento del sistema
financiero, pero no tienen en cuenta otros parámetros como la tasa de paro, la
caída de renta de los españoles, la tibieza del crédito o la vulnerabilidad del
consumo.
Con este fin, el Gobierno ha desplegado una gran
campaña mediática. E incluso no ha dudado en utilizar a su favor, una vez más, el
programa ‘Informe Semanal’ que ha dedicado un reportaje a los síntomas
favorables de la recuperación económica en España. Se trata, como sea, de
generar confianza en los españoles, aunque esta sea ficticia con un claro fin
electoral.
Pero los presupuestos del rigor y de la recuperación,
como los ha definido el locuaz ministro de Hacienda, tienen más sombras que
luces, siendo generosos. Más bien podrían calificarse como los “presupuestos de
la mentira”, en sintonía con su contenido y el principal atributo que
caracteriza a este Gobierno y al partido que lo sustenta: la mentira. La
oposición los ha denominado como los “presupuestos del paro y el
empobrecimiento”.
Estos presupuestos de 2014 son restrictivos. El
empleo total baja dos décimas. Elevan el IVA de los productos farmacéuticos y
servicios de notarios del 10 al 21 por ciento. Mantienen la que se denominó
subida temporal del IRPF y del IBI el año anterior para el próximo año. Y se
recortan las prestaciones del desempleo. Los salarios bajarán. Todo ello no ha
impedido presentar a estos presupuestos como los del relanzamiento de la
economía española. La mentira es un importante activo para el PP, o así lo
consideran a tenor de los hechos.
Los pensionistas en 2014 tendrán una subida del 0,25
por ciento. El cuadro macro presentado por el Gobierno para la elaboración del
presupuesto contempla una inflación del 1,5 por ciento. Cada pensionista
perderá por término medio un 1,25 por ciento de poder adquisitivo. Ello no ha
impedido a algún dirigente del PP sacar pecho y presentar la reforma como
necesaria ante el despilfarro del Gobierno socialista. Lo que no les ha
impedido utilizar el 20 por ciento del Fondo de Reserva de 70.000 millones de
euros que generaron los socialistas en su etapa de gobierno. ¡Qué paradoja! Los
pensionistas cobrarán la paga extra gracias al Fondo de Reserva de Zapatero. Solo
les falta gritar ‘¡viva el despilfarro!’.
En el presupuesto de inversión el recorte ha sido
monumental. A lo que se une su bajo nivel de ejecución. Los gobiernos del PP en
los dos años que llevan al frente del Ejecutivo han volatilizado las asignaciones
iniciales, dejándolas en la mínima expresión.
Según un informe de Seopan, en Castilla y León a 31 de julio se había
licitado solo el 17 por ciento del presupuesto anual. El Gobierno no ha
presentado la ejecución del presupuesto. Hoy es más urgente que nunca habilitar
una oficina presupuestaria en el Parlamento que garantice la trasparencia de
las cuentas públicas.
Los presupuestos de 2014 carecen de credibilidad. El
fiasco presupuestario está servido. Y volverá a ser habitual cómo se cambia
varias veces a lo largo del próximo ejercicio el cuadro presupuestario.
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