La prima de riesgo se ha situado esta última semana
por debajo de los 200 puntos básicos. Ha rejuvenecido tres años en unos días. Una
buena noticia, sin duda. De mantenerse en estos niveles, o incluso bajar mucho
más, que sería lo deseable, nuestras cuentas públicas recibirían un balón de
oxígeno. ¡Ojalá! Incluso a algunos nos permitiría soñar con un Estado de
Bienestar en nuestro país consolidado y estable, salvando de esta manera el
carácter estacional de la crisis. Pero si esto fuese así, y se anunciase la
reversión de los recortes sociales, con los factores positivos asociados de
cohesión social y redistribución de la riqueza que conllevaría, ya se
encargarían los mercados financieros y sus representantes de tirar hacia arriba
con fuerza de la prima de riesgo. Las turbulencias no son casuales. A la mano
invisible del mercado y sus intereses hasta se le puede poner nombre y
apellidos.
La prima de riesgo mide el mayor coste de
financiación de un país a largo plazo respecto a Alemania. Recoge en alguna
medida la confianza de los mercados financieros. Ahora, la prima se sitúa en
193 puntos básicos, lo que significa pagar por los bonos a 10 años un 3,75 por
ciento de interés anual. Con anterioridad a la crisis la prima de riesgo
española estaba por debajo de los 50 puntos básicos.
En abril de 2010, cuando se inició la tragedia
griega, se movía entre los 80 y 100 puntos básicos con respecto al bono alemán.
Con Zapatero llegó a alcanzar los 211 puntos básicos el 17 de junio de 2011, el
doble de lo que había un mes antes y muy lejos de los 99 punto básicos del 12
de mayo de 2010, fecha en la que el presidente del Gobierno de aquella época
anunció drásticas medidas de ajuste, a las que se opuso el PP de Rajoy, y que
después sirvieron a los populares para presentar a los socialistas como los
grandes recortadores y generadores del sobrecoste de endeudamiento de España. En
junio de 2012 la prima de riesgo se situó en 650 puntos básicos. Gobernaba el
PP desde hacía año y medio. La culpa para ellos seguía siendo de los socialistas.
Los movimientos de la prima de riesgo obedecen a
desencadenantes externos. Ocurrió a partir de 2010 como consecuencia de la
situación de Grecia, Irlanda o la inacción de la zona euro; pero también como
consecuencia de la situación de los indicadores macroeconómicos macroeconómicos. Los mercados financieros
pueden estrangular al Tesoro de un país de un día para otro. Aquellos que
elevan la presión sobre la prima de riesgo, con posiciones de venta y
desafección, son los que después determinan la evaluación de los efectos de sus
propias decisiones para otorgar mayor grado de solvencia al país.
¡Qué nadie se haga trampas en el solitario! La
intervención del Banco Central Europeo –BCE- con las palabras de su presidente
Draghi, “el BCE hará lo necesario para sostener el euro. Y créanme eso será
suficiente”, y un plan de compra de bonos –aún sin aplicar- pararon a los
mercados en su tendencia alcista. Esta es la causa fundamental de la caída en
todos los países del euro de la prima de riesgo. Pero el riesgo sigue estando
ahí. Lo lógico, según los expertos, es que nos estabilicemos en España en torno
a los 200 puntos básicos, que no deja de ser un sobrecoste inaceptable y
especulativo en un mercado de capitales libre y sin ninguna regulación
específica.
La caída de la prima de riesgo es básica para la
mejora de las condiciones del crédito de los españoles, pero también para
mejorar la competitividad de la economía española y reducir el déficit público.
Y de esa forma crear empleo. Pero en esta empresa debe haber un liderazgo claro
del BCE y de la eurozona con Alemania al frente, anteponiendo los intereses
comunes a los de los países del Centro y Norte de Europa. No lancemos las
campanas al vuelo por mucha euforia que pongan en el intento los grupos
mediáticos al servicio del Gobierno popular.
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