miércoles, 1 de enero de 2014

La San Silvestre segoviana de 2013



Un año más 3.000 segovianos nos dimos cita en el torno al Acueducto para correr la tradicional San Silvestre de fin de año. Lo mejor, sin duda alguna, el tiempo. A pesar de la lluvia de la mañana que hacía presagiar los mismos temores del año anterior, la tarde cambió y quedó una tarde-noche espléndida para disfrutarla con los amigos amantes del atletismo y gozar de la monumentalidad y sus gentes en Segovia.

La carrera estuvo muy animada. Los cinco kilómetros de recorrido estuvieron repletos de público que en todo momento animaron a los corredores. Incluso en la avenida de La Constitución, que siempre flaquea un poco más, contó con una presencia nutrida de segovianos. La Plaza, la calle San Juan, la calle Real y Fernández Ladreda, a rebosar. Sobresaliente, una vez más para los muchos segovianos que se acercan a animar a sus familiares corredores, pero que terminan animando a todos por igual. Y, eso sí, con un ambiente magnífico.

Yo personalmente este año he disfrutado de la carrera de una forma especial. Hicimos la carrera juntos en todo momento mi amigo Jesús Horcajo, su hijo Daniel y yo. A  diferencia de otros años, en ningún momento forzamos la máquina. Fue una carrera para disfrutar de la noche, sin esforzarse mucho. Prueba de ello es que las primeras marcas de sudor aparecieron al final de la segunda subida de la cuesta de San Juan y nos permitimos pegar un fuerte acelerón en los últimos 300 metros. Nuestro tiempo no fue muy allá, pero es lo de menos. La vivimos. El recorrido nos permitió saludar y charlar con viejos amigos y saludar a otros entre el público.

En la parte técnica han aparecido más dificultades que otros años. La salida estuvo dificultada por la presencia de algunos coches en el margen izquierdo de la salida, lo que creaba un cierto estrangulamiento para los que veníamos desde la parte posterior. También, por primera vez desde que corro la San Silvestre, tuvimos una parada en el estrechamiento de la calle San Juan, en la Diputación. La Calle Real no estuvo exenta de problemas. Los corredores ocupábamos toda la calle a distinto ritmo. Uno de los corredores por delante de mí estuvo a punto de arrollar a una señora mayor que ajena a la carrera subía en dirección a la Plaza. Los bolardos de Gobernador Fernández Jiménez siguen siendo un gran peligro. Hay que señalizarlos adecuadamente. Es fácil llevarse alguno, más cuando la multitud y el ritmo no te permiten verlo. Y, en este capítulo, lo peor fue la llegada. La disposición de los puestos de dispensación de bebidas hizo que se acumulara una gran cantidad de corredores en la llegada, lo que dificultaba la entrada en meta y el registro del tiempo. En fin, mejorables algunos aspectos técnicos.

Lo que ha generado protestas ha sido el alto coste para aquellos que no están asociados al IMD, 10 euros. El alto precio ha hecho que algunas personas hayan optado por no correr esta prueba popular. E incluso se hayan dirigido a mí, por lo que represento, para trasladar esta queja al alcalde, lo que haré en la primera oportunidad que tenga. Se trata de una prueba popular y no de un negocio. Es difícil de entender que para algunos se duplique el precio y se penalice a todos aquellos que no residan en la ciudad. La filosofía de este evento deportivo es otro. No vale la pena desvirtuarlo. Más cuando se trata de una fiesta de fin de año deportiva. Eligir una ruta deportiva y correr es gratis, incluso por la ciudad.




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