En la tarde del
pasado jueves, mientras se desarrollaba el pleno del Congreso de los Diputados,
saltó la sorpresa: “Rato había sido detenido por blanqueo de capitales, fraude
fiscal y lanzamiento de bienes”. Una vez que la noticia llegó al hemiciclo, las
caras de muchos de los diputados de la bancada popular eran un poema. Alguna
diputada de Madrid, amiga de Rato, no disimulaba su situación anímica y
desesperación. Desde la bancada socialista se escuchó una voz que decía:
“Rodrigo, sé fuerte”.
De confirmarse
las informaciones aparecidas en prensa, Rato contaría con un patrimonio de 26,6
millones de euros y habría dejado de tributar al fisco 1,42 millones de IRPF
entre 2012 y 2013. La deuda de Rato con hacienda supera los 120.000 euros en los
que está fijado el límite fiscal. Además, a ello se unen diversos presuntos
movimientos de ‘despatrimonialización’ para evitar poder hacer frente a
diversos pagos como consecuencia del proceso judicial abierto en el caso
Bankia. Todo contribuye a desmitificar aún más la imagen creada en torno a la
figura de Rato, como icono del buen hacer del PP en materia económica.
Todo lo ocurrido
pone durante estos años pone de manifiesto que Rato realmente es un icono de la
forma de entender la política el PP y el poder la gente de derechas. Todo vale
con tal de enriquecerse. Y para ello lo público es una buena plataforma. Para
los que entendemos que a la acción política se viene a servir, y no a servirse,
nos resulta muy difícil entender como quien ha estado al frente al frente de la
Economía y de la Hacienda Pública era una persona sin escrúpulos que ha
utilizado el conocimiento de sus resortes en beneficio propio.
La actitud de
Rato contribuye a dar un paso más en el descrédito de la política y los
políticos. Varios compañeros diputados socialistas coincidíamos en el patio, a
la salida del pleno, que el asunto Rato no beneficia a nadie. El PP se hundirá,
pero al final el hastío de la sociedad española es de tal magnitud que nos
acabará metiendo a todos en el mismo saco. Y se nos pondrá a todos bajo
sospecha. Acabamos pagando justos por pecadores. Y con este caso se da cobijo a
los filibusteros y oportunistas que buscan a río revuelto ganancia de
pescadores.
El Gobierno no
ha tardado en lanzar rápidamente una estrategia de defensa: “La Justicia
funciona, como lo demuestra que todos seamos iguales ante la Ley”. ¡Faltaría
más! Pero no han tardado en aparecer voces divergentes y ver en la detención y
orden de registro de Rato una vendetta política de sus compañeros de partido. A
la vez que otras voces cualificadas consideran que la filtración del caso a ‘Vox
Populi’ tenía como objetivo acelerar un proceso para evitar que la Fiscalía
Anticorrupción lo sacase a la luz pública en un momento menos oportuno
políticamente.
En fin, que las
aguas del PP vienen revueltas. Y todo indica que la derecha va a volver a
revitalizar sus guerras intestinas del inicio de la Transición. Tiempo al
tiempo, pero Rato es algo más que un icono, en un “padrino” para muchos
militantes de la vieja guardia conservadora. “De buena casta le vine al
galgo”.
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