No es la primera
vez que dedico mi artículo de fin de semana al Papa. La verdad es que el Papa
Francisco no deja de sorprendernos, y además positivamente. Es como si la
Iglesia hubiese rejuvenecido de repente y redescubierto la doctrina social. En
esta ocasión la encíclica ‘Laudato Si’ aborda problemas medio ambientales de
una “tierra que grita”, en palabras de Bergoglio.
Bergoglio en su
encíclica denuncia las amenazas a las que se encuentra nuestro planeta: desaparición
de especies, calentamiento del planeta, agotamiento de los recursos naturales
superando los límites permisibles, degradación ambiental, estilo de vida
insostenible…, nada nuevo. Nada que no esté en la agenda política. Sin embargo,
de un gran valor. Lo dice el Papa. Y eso hace que un mensaje que penetra en las
capas más conservadoras de la sociedad, muy reacias e incrédulas a los mensajes
medio ambientales. Ellos se mueven en muchos casos por cuestiones de fe, y el
Papa es la luz que les ilumina.
Bergolio ha ido un poco
más allá. Correlaciona el deterioro medioambiental con el modelo económico y el
estilo de vida que promueve el capitalismo. Lo hace desde la perspectiva de una
persona ajena a la sociedad de consumo. Que no se ha educado en el consumismo y
que ha conocido de cerca la miseria en los barrios bonaerenses, pero que
también tiene todas sus necesidades cubiertas. Él eleva su voz para denunciar
la situación de miseria por la que atraviesan muchos seres humanos y llamar la
atención sobre la tensión en el uso de los recursos naturales. No puede pasar
de ahí, pero este gesto significativo nos lleva a algunos a reclamar una
Iglesia occidental más abierta y comprometida. Falta hace. En especial con lo
que pide Bergoglio, que representa a la Iglesia pero no expresa el sentir de la
comunidad religiosa en su conjunto.
Hay quien dice que
el Papa argentino es la mejor representación del populismo peronista. Él es
hijo del peronismo. Y no cabe duda de que su puesta en escena se identifica
mucho con este movimiento, e incluso con otros. Porque una cosa es predicar y
otra es dar trigo. Subir al púlpito y predicar es mucho más fácil que gobernar
y dar respuesta a los problemas medioambientales y sociales. Bienvenido sea el
proselitismo si contribuye a sensibilizar a los gobiernos y a los más reacios a
entender que el planeta es un legado que hemos de transferir a futuras
generaciones.
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