Una vez constituidas las corporaciones municipales comienza el
verdadero reto: la gobernanza eficiente para dar respuesta a los diferentes
retos municipales. No va a ser fácil. Lo hemos podido comprobar incluso en la
cristalización del proceso de pactos. En términos termodinámicos podríamos
afirmar que el mapa municipal español presenta un alto nivel “entrópico”.
La segmentación de la representación política ha puesto de manifiesto
en estas últimas elecciones un fuerte pluralismo político, lo que sin duda
fortaleza la democracia y afirma la solidez de una sociedad que parecía apática
ante los problemas que nos afectan a todos. Y así se ha manifestado en las
urnas. Sin embargo, la segmentación es de tal magnitud y tan variada que hace muy
difícil la conformación de mayorías para poder gobernar, más cuando incluso las
que en principio parecen afines presentan proyectos muy divergentes entre sí.
Los pactos se han cerrado en muchos casos de forma incoherente e
inconsistente. Los viejos partidos, por lo general, han mantenido su esencia y
señas de identidad, pero las nuevas formaciones han ido buscando el oportunismo
político de cara a las futuras elecciones generales, o la reafirmación de lo
que entienden comos sus señas de identidad, aunque estas sean incluso
incompatibles con el trabajo en equipo y el respeto a las mayorías.
Con este contexto nos esperan tiempos difíciles, muy difíciles. En la
gestión municipal de los próximos cuatro años nos vamos a encontrar con una
primera etapa de tanteo y exposición de propuestas, hasta la celebración de las
elecciones generales; una segunda etapa de marcaje de aproximadamente año y
medio; y, por último, los dos últimos años en los que se sucederán numerosas
mociones de censura, desvaríos ante la impotencia de la acción de gobierno, en
especial por parte de las fuerzas emergentes. Este posicionamiento conllevará
una desafección aún mayor de la ciudadanía hacia la política y los políticos.
Tiempo al tiempo.
Lo que sí que hemos podido comprobar en estos días de negociaciones es
que aquellas formaciones políticas que presumían de ser castas y transparentes,
en realidad, no sólo es que carezcan de proyecto político, sino que su comportamiento
es más bien “casposo”, como hemos podido comprobar en algún acto de
constitución, y su visión no llega más allá de la conquista del poder por el
poder. Iniciativas pocas y alineamiento con los intereses de los ciudadanos,
menos, a pesar de lo que a modo de muletilla se anuncie.
Ante esta situación la gobernanza se hace muy difícil. Para que no
pierdan los ciudadanos y la desafección vaya deteriorando progresivamente
nuestro sistema democrático, como pretenden algunos, es el momento de buscar un
nuevo marco normativo que permita orientar la acción política y la gestión municipal
hacia el interés ciudadano. Para ello considero que es imprescindible acudir a un
sistema de elecciones con segunda vuelta que prime a las mayorías y facilite la
gobernabilidad, bien sea de un signo u otro. Sólo así se facilitará la
gobernanza local y se defenderán adecuadamente los intereses ciudadanos.
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