sábado, 8 de agosto de 2015

Las turbulencias del verano



Hacía tiempo que no contábamos con un verano tan turbulento. Y este lo es. En lo político, en lo social y también en lo medio ambiental. La actualidad viene cargada cada día de nuevas no siempre halagüeñas, y otros temas muy manidos, como es el caso catalán, que no por menos preocupante resulta cansino y tedioso.

La imagen más dura hasta el momento es la de esas personas mayores arropadas con mantas en un polideportivo al ser desalojadas de sus viviendas por el incendio de la Sierra de Gata en Cáceres. Una imagen triste, muy triste. De quien en un tris ve como ha perdido su hogar. Lamentable lo de los incendios. Más cuando todo indica que ha sido intencionado con la aparición de distintos focos.

La prevención de incendios de por si compleja, se hace mucho más difícil cuando responde a la acción incontrolada de pirómanos. Llevábamos unos años excelentes, y este no iba mal. Sin embargo, el incendio de la Sierra de Gata es muy preocupante. No solo por la destrucción medio ambiental, sino también por sus causas.  Hace unos años conocí, en mi etapa de subdelegado del Gobierno, en la cárcel de Segovia a un pirómano que había generado diverso incendios en Galicia. Me dio mucha pena. Tenía un perfil, desde mi punto de vista, más de “psiquiátrico” que de malhechor. Pero lo cierto es que había delinquido y había generado unos grandes daños sociales y medioambientales. Difícil solución a este problema.

Esta última semana hemos tenido también de nuevo la puesta en escena de la convocatoria de elecciones en Cataluña con todo el boato correspondiente, a lo que se ha añadido la puesta en escena del candidato popular, el Sr. Albiol, que puede contribuir de manera decisiva a consolidar y cohesionar el voto independentista. Todo un esperpento. Cataluña no va bien, y me temo que irá peor, a pesar de que todo indica que los partidos soberanistas se llevarán un gran varapalo. La semilla del odio y la desconfianza económica y social está sembrada. Se tardará años en superar esta crisis cultural y egocentrista, y si me permiten muchos catalanes de bien, “hasta paleta”.

Rajoy también ha aprovechado estos días en su encuentro con el Rey para manifestar su disponibilidad a efectuar cambios en la Constitución. Eso sí, con poca convicción y menos fe política en sus resultados. ¡Qué personaje! Y es presidente del Gobierno. No se puede entender tanta frivolidad en un cambio de la Carta Magna. Mucho más cuando su valoración viene de un comentario del ministro de Justicia, que debe tocar de oídas.

También en estas turbulencias de verano hay que lamentar las peleas de bandas urbanas que el pasado fin de semana ha costado la vida a dos personas dominicanas. Algo está fallando. La Policía Judicial tiene el deber de tener monitorizada y efectuar un seguimiento de todos estos grupos. No basta con que el ministro del Interior rece y rece. Hay que actuar y planificar actuaciones preventivas.

¡Vaya veranito! Claro que todo es susceptible de empeorar.                   

   


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