Hacía tiempo que no contábamos con un verano tan turbulento. Y este lo
es. En lo político, en lo social y también en lo medio ambiental. La actualidad
viene cargada cada día de nuevas no siempre halagüeñas, y otros temas muy manidos,
como es el caso catalán, que no por menos preocupante resulta cansino y
tedioso.
La imagen más dura hasta el momento es la de esas personas mayores
arropadas con mantas en un polideportivo al ser desalojadas de sus viviendas
por el incendio de la Sierra de Gata en Cáceres. Una imagen triste, muy triste.
De quien en un tris ve como ha perdido su hogar. Lamentable lo de los
incendios. Más cuando todo indica que ha sido intencionado con la aparición de
distintos focos.
La prevención de incendios de por si compleja, se hace mucho más
difícil cuando responde a la acción incontrolada de pirómanos. Llevábamos unos
años excelentes, y este no iba mal. Sin embargo, el incendio de la Sierra de
Gata es muy preocupante. No solo por la destrucción medio ambiental, sino
también por sus causas. Hace unos años
conocí, en mi etapa de subdelegado del Gobierno, en la cárcel de Segovia a un
pirómano que había generado diverso incendios en Galicia. Me dio mucha pena.
Tenía un perfil, desde mi punto de vista, más de “psiquiátrico” que de
malhechor. Pero lo cierto es que había delinquido y había generado unos grandes
daños sociales y medioambientales. Difícil solución a este problema.
Esta última semana hemos tenido también de nuevo la puesta en escena de
la convocatoria de elecciones en Cataluña con todo el boato correspondiente, a
lo que se ha añadido la puesta en escena del candidato popular, el Sr. Albiol,
que puede contribuir de manera decisiva a consolidar y cohesionar el voto
independentista. Todo un esperpento. Cataluña no va bien, y me temo que irá
peor, a pesar de que todo indica que los partidos soberanistas se llevarán un
gran varapalo. La semilla del odio y la desconfianza económica y social está
sembrada. Se tardará años en superar esta crisis cultural y egocentrista, y si
me permiten muchos catalanes de bien, “hasta paleta”.
Rajoy también ha aprovechado estos días en su encuentro con el Rey para
manifestar su disponibilidad a efectuar cambios en la Constitución. Eso sí, con
poca convicción y menos fe política en sus resultados. ¡Qué personaje! Y es
presidente del Gobierno. No se puede entender tanta frivolidad en un cambio de
la Carta Magna. Mucho más cuando su valoración viene de un comentario del
ministro de Justicia, que debe tocar de oídas.
También en estas turbulencias de verano hay que lamentar las peleas de
bandas urbanas que el pasado fin de semana ha costado la vida a dos personas
dominicanas. Algo está fallando. La Policía Judicial tiene el deber de tener
monitorizada y efectuar un seguimiento de todos estos grupos. No basta con que
el ministro del Interior rece y rece. Hay que actuar y planificar actuaciones
preventivas.
¡Vaya veranito! Claro que todo es susceptible de empeorar.
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