El Rey tendrá que proponer al Congreso en su segundo
intento un candidato a la Presidencia del Gobierno. Esta vez no puede fallar. Y
tampoco el propuesto debe desistir. En caso contrario, sería un gran fiasco que
iría en detrimento del prestigio y credibilidad de la Corona.
Todo indica que la mayoría de las fuerzas políticas
van a trasladar al Jefe del Estado que ha de ser Mariano Rajoy quien asuma la
responsabilidad de intentar formar Gobierno. Los populares han sido los más
votados, y les corresponde intentarlo. Y, con su sometimiento a la Cámara Alta,
se iniciaría el cómputo de dos meses para formar Gobierno.
Rajoy ya desistió en el primer encuentro, aunque no
renunció a hacerlo en el futuro. En esta ocasión tendrá que resolver su propio
dilema. Si renuncia de nuevo hacerlo, en el caso de ser propuesto, estará
muerto políticamente. No podrá intentarlo más tarde. Su oportunismo político y
desaire a la institución de la Jefatura del Estado provocaría el rechazo
unánime de la ciudadanía española. Otra cuestión es que el Rey no proponga a
Rajoy y opte por otra persona del PP, como Soraya Sáez de Santamaría. Puede ser
y tiene su lógica política.
Ante esta última opción, la investidura no debiera
demorase más de 10 días. Un tiempo suficiente para que la candidata o candidato
abra conversaciones con las diferentes fuerzas políticas representativas. Los
recientes episodios de corrupción estigmatizan a este partido en las
negociaciones, pero también su estilo de gobierno absolutista. Cualquier apoyo de
C’s, pero también del PSOE, es imposible. Y por supuesto, del resto de los
partidos. El PP no puede ni debe gobernar. Tiene que pasar antes por el filtro
de la regeneración para purgar su pecado democrático. Y eso, en el mejor de los
casos, requiere una legislatura.
Si el PP no quiere inmolarse, el elegido sin duda será
Pedro Sánchez. En este caso al PP no le saldrá gratis. Seguirá con su
movimiento táctico para ganar tiempo y
predisponer el estado de ánimo de los españoles hacia la gran coalición
o la convocatoria de nuevas elecciones a través de su influencia mediática y
económica. Más de lo mismo. Una actitud que rechazan los españoles y que será
denunciada por todas las formaciones, incluido C’s.
El PP tiene que asumir en ese caso su responsabilidad
y, llegado el caso, abstenerse ante un hipotético acuerdo del PSOE y C’s. Es la
hora de ser responsables y conscientes
de sus propias limitaciones. Un gran dilema para Rajoy y los suyos: anteponer
los intereses de su partido a los de España; o los de España a los de su
partido.
Claro que idéntica dicotomía se presenta en Podemos.
Su movimiento del “viernes táctico” sembró la desconfianza en el PSOE para
contar con ellos como socios de gobierno y dejó al descubierto su inmadurez
política ante la ciudadanía. Aún no están preparados para ejercer la acción de
gobierno. No les queda más remedio que abstenerse si quieren facilitar la
gobernabilidad ante un hipotético pacto del PSOE con C’s; o bien madurar y
visualizar ese proceso de una manera muy rápida que garantice que no habrá
sobresaltos ante hipotéticas contingencias sobrevenidas en la acción de
gobierno, así como el respeto de la liturgia. Pero para ello se requiere tener
fe, mucha fe, visto lo visto.
El dilema de Rajoy se extiende también a Pablo
Iglesias.