Si por algo se han caracterizado los últimos años de Gobierno del PP ha
sido por el “juego sucio” del que sin duda vuelve hacer gala el Partido Popular
para la constitución de Gobierno.
La mentira, la manipulación informativa y el clientelismo político han
constituido tres señas de identidad del PP en su quehacer político. Algunos de
ustedes pensarán que esta praxis política es una consecuencia de la mayoría
absoluta de la que han gozado. Y no es así. Su forma de hacer política se
extiende como denominador común por todas las administraciones en las que
gobiernan. Forma parte de una cultura propia que han ido desarrollando desde la
Transición y que tiene raíces profundas en la visión elitista y autocrática de
España de la derecha desde hace mucho tiempo atrás.
En su acción política todo vale, con tal de detentar el poder. Lo
estamos viendo. Lo primero que han hecho ha sido desplegar una campaña
mediática para demonizar al PSOE, culparlo de la convocatoria de las terceras
elecciones generales, si tuviésemos que ir a ellas, y desprestigiar al
secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. Para ello utilizan los medios de
comunicación amigos -casi la mayoría gracias a su política de ayudas- y a los
medios institucionales como RTVE, que ya se encargaron en su etapa de gobierno
de modificar su régimen democrático para un mejor control.
La desfachatez del PP ha llegado a intentar sembrar la disidencia y
llamar a la rebelión interna dentro del PSOE. No han dado un “golpe de estado”
en el PSOE porque no pueden y es un partido democrático. Raro es el día que una
persona relevante de los populares no sale metiendo cizaña y reclamando el voto
de al menos siete diputados socialistas para garantizarse el poder.
El PP apela de continuo a la responsabilidad del PSOE. Saben que carecen
de autoridad moral para pedirlo. El PP, incluido el propio Rajoy, ha
justificado lo injustificable para votar siempre en contra del PSOE en las
sesiones de investidura. Lo hicieron también en el crítico momento de la crisis
económica del 2010, con aquel “¡Qué se hunda España!, que ya vendremos nosotros
a recuperarla”, de Montoro.
La última ha sido retrasar una semana el acuerdo de inicio de las
conversaciones con C’s para que las elecciones si se celebran caigan el día de
Navidad, y así culpabilizar al PSOE y a Pedro Sánchez.
Así, no. Mala estrategia ha elegido el PP. Tiene casi ocho millones de
votos frente a más de 17, y apenas han
conseguido apoyos. Con esta línea de acción van mal, muy mal. Sin duda es el
momento de pensar en España y no en el poder, y de ceder todos algo para
garantizar la gobernabilidad. El primero que debiera renunciar al “juego sucio”
es Rajoy. Su actitud y estrategia ante los partidos de la oposición le invalida para ser presidente del Gobierno,
y a su partido para gobernar. Utiliza el mismo desprecio que utilizó en su
etapa de Gobierno. Los españoles nos merecemos algo mejor. Y sobre todo un Gobierno
digno con una persona de una gran talla política al frente. Esa persona puede
ser de derechas o izquierdas, pero, ante todo, debe ser digna y garantizar la
gobernabilidad y progreso del país.
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