El Día
Internacional de la Mujer ha supuesto este año un importante hito para
sensibilizar a la población sobre la discriminación que sufre la mujer en todo
el mundo, si bien con diferente intensidad. Una convocatoria de carácter internacional
-170 países, incluidos algunos del espectro islámico- que en España este año ha
amplificado su llamada con una convocatoria a la huelga a general por parte de
algunas organizaciones, paros por parte de otras, y grandes manifestaciones. Más
allá del nivel de participación en estas movilizaciones, los medios de
comunicación se han hecho eco de los principales problemas que afectan a la
mujer en el momento actual: violencia de género, discriminación en derechos,
sobrecargas familiares, desigualdad en el acceso a la educación, brecha
salarial... Problemas que se manifiestan año a año, pero en los que se avanza
muy poco, al menos en nuestro país.
El problema es
mucho más profundo de lo que parece. Se trata de una actitud hacía el otro
género. Es un problema de “cultura machista” que tiene sus orígenes en la forma
de plantear las relaciones las diferentes civilizaciones. En el mundo
occidental se ha avanzado mucho y, por suerte, nos encontramos en la mejor
situación de la historia, pero aún es insuficiente; en otras, como la islámica
y la oriental, el avance ha sido mucho menor y la mujer no sólo es
discriminada, sino vejada en diferentes circunstancias y ocasiones. La
comunidad supranacional y los gobiernos se tienen que comprometer para revertir
esta cultura y aplicar los recursos necesarios para superar esta situación. Un
problema de actitudes que requiere una nueva cultura de compromiso e igualdad
en las relaciones entre géneros y la implicación de todos, hombres y mujeres,
abandonando los posicionamientos de poder y fuerza, que en muchos casos
impregnan la forma de entender la fortaleza de los varones.
En el Congreso de
los Diputados, la Mesa organizó un encuentro en el salón de los ‘Pasos Perdidos’
con diez mujeres procedentes de distintos ámbitos de la sociedad moderado por
una periodista. Pertenecían a diferentes sectores de la sociedad civil en el
desarrollo de su actividad y procedencia: ganadería, marisquería, judicatura,
deporte, medicina, investigación, literatura, aviación y abogacía. En cinco
minutos, cada una de ellas ha manifestado de forma muy sintética su visión de
la problemática de la mujer en la sociedad española actual.
Todas ellas han
coincidido en la dificultad de conciliar su vida familiar con su actividad
laboral por su condición de madres, que les hace anteponer sus hijos por
delante de todo, como afirmó una de las intervinientes. Y han apostado por
propuestas que integren a los hombres en las labores familiares, siguiendo las
pautas de los países nórdicos. Se ha hecho referencia a los estereotipos que
ubican a hombres y mujeres con roles diferentes, y que pueden llegar a ser una
limitación importante para el acceso de las mujeres a determinadas profesiones,
como son las más técnicas o puestos directivos. La mujer hoy es posiblemente
más competitiva en la sociedad española que el hombre, al menos así se pone de
manifiesto en la Universidad española, de lo que doy fe en mis años como
profesor universitario. El problema comienza cuando su posición no depende de
ellas mismas. “Cuando la mujer depende de ella va bien”, así lo ha manifestado
la vicepresidenta del Tribunal
Constitucional en el encuentro.
Existen también
otras importantes limitaciones. Nacer en una comunidad gitana y apostar por ser
universitaria y desempeñar una profesión relevante tiene una doble dificultad,
primero superar las convicciones culturales asociadas a la etnia a la que
perteneces y, después, las propias restricciones que impone el hecho de ser
mujer. La representante del secretariado gitano, y abogada, así lo ha puesto de
manifiesto. Claro que aún situación similar se plantea para todas aquéllas que
proceden del medio rural, donde las dificultades para garantizar la igualdad se
complican mucho más que para quienes han crecido en el mundo urbano. Al menos
eso se desprende de la casuística.
Estas son algunas
de las razones que han secundado muchos españoles para salir a la calle el
pasado día 8 y manifestar su espíritu crítico con la situación de
discriminación o cultura machista que preside las relaciones hombre mujer, si
prefieren. Un problema que pasa, en primer lugar, por invertir esa cultura en
nuestro propio hogar, y avanzar en el reconocimiento y respeto mutuo. Nunca es
tarde para reflexionar y cambiar.
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