domingo, 17 de febrero de 2019

Carpetazo


Con la devolución del proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2019, gracias a los votos del PP, Cs y nacionalistas-independentistas, no sólo se ha dado carpetazo a los presupuestos sino a la XII legislatura. Un plan que todo parece indicar que estaba en la hoja de ruta del presidente en su etapa de Gobierno. Aprobar los presupuestos y agotar la legislatura, a cambio de la cesión de un referéndum para Cataluña para “decidir si se quiere o no la independencia en Cataluña” -cómo ha llegado a propugnar Podemos en algún momento-, hubiese sido un suicidio político en toda regla del PSOE, que la mayoría de los españoles no habrían admitido, ni tampoco los militantes del PSOE. Sánchez, su Gobierno y la Ejecutiva del partido eran muy conscientes de ello -así lo expuse en el post de fecha 29 de diciembre de 2018,  titulado “2018, el año de la moción”- . Otra cuestión distinta era explorar la vía del diálogo con las fuerzas independentistas catalanas, desde la convicción de que no hay otra salida al problema y sólo en el marco de la Ley. Una vía que era necesario explorar y que ha retratado de lleno a los independentistas. Si algo ha quedado claro en este proceso es que ellos tienen clara su hoja de ruta, y además todo indica que no tienen otra alternativa.

ERC y el PDCaT se han equivocado en este proceso. Aprobar los presupuestos y admitir el marco constitucional era una cuestión de oportunidad política para salir del atolladero en el que han metido al pueblo catalán y ellos mismos. Ahora, acabaran desapareciendo a lo largo del tiempo, tras un largo proceso de descomposición interna que les llevará al rechazo social por su propia comunidad, tras el daño causado. Con la devolución de los presupuestos Cataluña no sólo han perdido más de 2.200 millones de euros de inversión -la mayor en Cataluña desde hace muchos años-, sino que han declarado la guerra al Estado. Un desafío que los partidos constitucionalistas no pueden admitir en el futuro, y para lo que será necesario un “gran pacto de Estado” para abordar el problema, lo que en esta ocasión no ha sido posible. Lo cierto es que pintan bastos. Todo indica que el futuro se presenta repleto de turbulencias y sin estabilidad política.

Las 25 medidas que se van a la papelera con el rechazo de los presupuestos puede ser lo menos malo. Lo verdaderamente problemático está por llegar. Todo indica, según los últimos sondeos publicados -véase el sondeo de este último domingo publicado por El Periódico-, nos encontraremos ante un posible escenario de ingobernabilidad, como ya ocurrió en 2016. Ninguno de los dos bloques que compiten en el futuro mercado democrático tendrá una mayoría clara. El bloque de izquierdas necesitaría el concurso de al menos 18 escaños de los nacionalistas-independentistas catalanes y cinco del PNV, mientras que el bloque de la derecha y liberal requeriría el concurso de al menos 44 escaños de Vox. En definitiva, más radicalidad en cada uno de los bloques que no auguran lo mejor. Bien es cierto, que los resultados están muy condicionados por el nivel de participación. En las elecciones de 2016 y 2015 acudió a las urnas cerca del 70 por ciento de la población, a pesar del alto nivel de expectación. Superar ese límite no será fácil, pero la fortaleza de cada bloque dependerá de su nivel de movilización.

La fecha de la convocatoria de las generales está resultando ser controvertida. En primer lugar, porque es muy próxima a la de celebración de los comicios autonómicos, locales y europeos. Ese día el Gobierno seguirá en funciones y la constitución de los ayuntamientos y los gobiernos autonómicos vendrán condicionados por negociaciones conexas y pactos para la constitución del Gobierno nacional. El primer gran hito con transcendencia política será la constitución de la Mesa del Congreso durante la última semana de campaña del 26-M, lo que estará muy presente para los ciudadanos más ortodoxos de un bloque o de otro en las votaciones del domingo; el 28 de abril no parece un domingo muy idóneo para movilizar a los votantes. La primera semana de la campaña electoral coincide con Semana Santa, en la que muchos españoles estarán de vacaciones ajenos a las cuestiones políticas, y la última, la semana de Pascua, otros muchos hacen una prolongación de su asueto en la semana anterior. No parece que al presidente del Gobierno le haya preocupado mucho este escenario para convocar. Las campañas por lo general, dicen los expertos, a medida que se calientan promueven la participación e inciden en un diez por ciento del voto.

Esperemos que el ansiado carpetazo de la XII legislatura nos traiga buenas nuevas. Como tuve la oportunidad de decirle personalmente al presidente del Gobierno el día en el que fue investido al ganar la legítima moción de censura, considero que se han terminado los tiempos de las mayorías absolutas y se impone la cultura de la negociación en la búsqueda de la centralidad democrática, situando al ciudadano en el núcleo de la agenda política. Esperemos que la XIII legislatura cambie el actual paradigma político y seamos entre todos capaces de desarrollar un proyecto político reformista y de progreso social y económico. 



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