sábado, 27 de diciembre de 2014

Hacia dónde vamos



Esta, sin duda, es una gran pregunta para el próximo año. A tenor de lo afirmado por Rajoy estos días, en 2015 nos aproximaremos al paraíso. No importa que su acción de gobierno hasta el momento se haya traducido en 600.000 ocupados menos y 140.000 parados más desde que llegaron al Gobierno. Lo importante es que los españoles se lo crean, y para ello la propaganda es un buen medio, y la manipulación informativa también.

Mucho ha llovido desde la Transición democrática hasta hoy. Los españoles estábamos orgullosos de nuestro sistema democrático, de nuestros políticos, de nuestro Estado del Bienestar y del desarrollo económico y social alcanzado gracias al modelo político de la Constitución del 78. La crisis económica ha desbaratado todo. Hemos descubierto nuestras miserias. ‘Nuestro sistema es inconsistente. La democracia es imperfecta. Los políticos son unos corruptos generalizados y la consistencia de la economía española era un gran fiasco. Y, por supuesto, el bipartidismo, que tanta estabilidad dicen que daba al Estado, se ha vuelto en una seria amenaza para nuestro futuro’.

Las aparentemente intrascendentes últimas elecciones europeas han puesto todo patas arriba. El Rey de toda la vida ha abdicado, Rubalcaba se tuvo que ir, y ha surgido Podemos, gracias al impulso y apuesta del dueño de La Sexta, el Sr. Lara, no precisamente de izquierdas, como apuesta para buscar las contradicciones y división de la izquierda, que son muchas. Lo cierto que es que ha revolucionado la vida política española.

España tiene problemas estructurales en su economía desde tiempos muy remotos. Habría que remontarse al siglo XVIII para identificar sus causas. Carecemos de un tejido empresarial sólido, nos falta una base industrial innovadora y competitiva y nuestra sociedad, a pesar de que ha avanzado mucho desde el 78 aquí, no lo ha hecho lo suficiente. Hemos sido y somos muy vulnerables. Prueba de ello ha sido el impacto de la crisis y las altas tasas de paro ya desde mucho antes. Los gobiernos desde la Transición democrática han mantenido una posición inercial ante las buenas expectativas económicas que nos proporcionó la entrada en el euro, y poco más. Pero nunca se atacaron las causas estructurales, y los ensueños y aires de grandeza, o el espíritu latino, ha marcado durante muchos años nuestra trayectoria.

El futuro se presenta incierto. Muy incierto. Son muchas las reformas pendientes que necesita nuestro país para modernizar la economía y su sociedad. Nunca creí en las revoluciones. Un buen ejemplo es la primavera árabe, salvando las distancias. Pero tampoco en salvadores. Esos cuyos únicos principios son alcanzar el poder al precio que sea. Si es necesario cambiar los principios, se cambian, al estilo de Groucho Marx. Lo hemos visto de las elecciones europeas aquí. Los maoístas ahora son socialdemócratas; la deuda ha pasado de no pagarse a hacer una auditoria o cualquier otra ocurrencia; la corrupción vale según los casos…

Solo queda confiar en la sensatez de los españoles. El futuro con incertidumbre y una gran confusión, a eso se enfrentan los españoles. También en esto tenemos que cambiar. No estaría mal dejar de echar la culpa a los demás, entre ellos los políticos, replantearse qué podemos hacer cada uno de nosotros por nuestro país. Sería un gran avance para comenzar el año. 




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