Somos una sociedad que parece aceptar casi todo lo que proviene de su clase política. Todo vale con tal de desprestigiar al contrario. No importa difamar, tergiversar la información o construir castillos en el aire que nada tienen que ver con la realidad. Lo importante es persuadir de que los míos son los “buenos” y los otros los “malos”. Al menos esa sensación he tenido al leer un reciente artículo sobre las políticas de igualdad y violencia de género publicado en “El Adelantado de Segovia”, con origen en el laboratorio mediático del PP en Segovia.
El Gobierno de España, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, ha abordado en la última legislatura dos cuestiones de un amplio calado político y de una gran complejidad: el desarrollo del principio constitucional de igualdad que recoge la Carta Magna española, y el viejo problema de la violencia machista, arraigado desde hace muchos años en determinados focos sociales. Es una decisión que ningún gobierno anterior se había atrevido a tomar, ni de izquierdas ni de derechas. Son además problemas cuya resolución implica un cambio de actitud en sus agentes activos. A nadie se le escapa que para resolver estos problemas no hay una varita mágica; se requiere tiempo y un cambio cultural que permita abordar las relaciones de género con un nuevo prisma.
La virtud de las leyes del Gobierno de Zapatero es haber contribuido a acelerar el proceso de cambio de esa necesaria nueva cultura. Hoy la Ley de Igualdad marca un programa de ‘máximos’ y la participación de la mujer en la sociedad en condiciones de igualdad, haciéndolo compatible con los principios de mérito y capacidad. Gracias a esta ley la presencia de la mujer en la sociedad civil es mayor que nunca; y lo que es más importante: Poco a poco van cambiando las tradiciones y costumbres de muchas familias y relaciones de pareja, que daban por descontado que la mujer era la encargada de las cargas familiares, en especial las domésticas, y una mera comparsa en las relaciones sociales. Por suerte, la actitud de muchas ya ha cambiado. Es un gran avance, en el que, aunque no les guste a algunos dirigentes políticos del PP, la Ley de Igualdad ha tenido un peso importante para contribuir a acelerar mucho más el proceso de cambio. Una prueba de esta afirmación es que muchas comunidades autónomas gobernadas por el PP han hecho suyos los contenidos de esta denostada ley en bastantes ocasiones. O si no, que se lo pregunten a la presidenta de la Comunidad de Madrid.
La Ley Integral de Violencia de Género es otra medida legislativa que no les gusta a los populares. La tachan de ineficaz. Pero hoy, gracias a esta ley, las mujeres que sufren la violencia machista tienen más protección que nunca. El Gobierno ha puesto en marcha diversas medidas para mejorar la protección de las víctimas: se ha incrementado sensiblemente el número de efectivos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para la prevención y protección de la violencia de género; se han creado nuevos juzgados de violencia de género y se ha ampliado el número de fiscales; se ha elaborado un protocolo común para valoración del riesgo; se han constituido unidades de coordinación de actuaciones de las distintas administraciones ante esta lacra… Y otras muchas más. Es cierto que las muertes por violencia de género siguen siendo muchas –en lo que va de año llevamos 36-. Pero la pregunta ha de ser: ¿Cuántas muertes por violencia de género hubiésemos sufrido de no poner en marcha estas medidas? La respuesta para los que hemos trabajado en la materia es sencilla: Muchas más. Los efectivos de la Guardia Civil y Policía Nacional, los trabajadores sociales y todos los profesionales que se vuelcan en los casos de mayor riesgo fundamentalmente y siguen muy de cerca el resto constituyen auténticos ‘ángeles de la guardia’ para muchas víctimas; y gracias al trabajo de estos profesionales, al menos, muchas personas pueden descansar día a día. En Segovia, como ejemplo, en estos momentos hay cerca de 125 órdenes de protección y 20 de alejamiento.
La frivolidad en el tratamiento de los problemas que atañen a la sociedad es mala compañera de viaje, pero mucho peor en aquellas cuestiones que entroncan con los valores más esenciales, como son los derechos a la vida y a la igualdad. Si se une la demagogia como alternativa a una acción de gobierno seria, “la foto” de la realidad social queda desvirtuada por el querer y no poder. Y eso es lo que les pasa a los populares con su actitud hacia las políticas de igualdad, o al menos eso se desprende del contenido del artículo referido.
El Gobierno de España, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, ha abordado en la última legislatura dos cuestiones de un amplio calado político y de una gran complejidad: el desarrollo del principio constitucional de igualdad que recoge la Carta Magna española, y el viejo problema de la violencia machista, arraigado desde hace muchos años en determinados focos sociales. Es una decisión que ningún gobierno anterior se había atrevido a tomar, ni de izquierdas ni de derechas. Son además problemas cuya resolución implica un cambio de actitud en sus agentes activos. A nadie se le escapa que para resolver estos problemas no hay una varita mágica; se requiere tiempo y un cambio cultural que permita abordar las relaciones de género con un nuevo prisma.
La virtud de las leyes del Gobierno de Zapatero es haber contribuido a acelerar el proceso de cambio de esa necesaria nueva cultura. Hoy la Ley de Igualdad marca un programa de ‘máximos’ y la participación de la mujer en la sociedad en condiciones de igualdad, haciéndolo compatible con los principios de mérito y capacidad. Gracias a esta ley la presencia de la mujer en la sociedad civil es mayor que nunca; y lo que es más importante: Poco a poco van cambiando las tradiciones y costumbres de muchas familias y relaciones de pareja, que daban por descontado que la mujer era la encargada de las cargas familiares, en especial las domésticas, y una mera comparsa en las relaciones sociales. Por suerte, la actitud de muchas ya ha cambiado. Es un gran avance, en el que, aunque no les guste a algunos dirigentes políticos del PP, la Ley de Igualdad ha tenido un peso importante para contribuir a acelerar mucho más el proceso de cambio. Una prueba de esta afirmación es que muchas comunidades autónomas gobernadas por el PP han hecho suyos los contenidos de esta denostada ley en bastantes ocasiones. O si no, que se lo pregunten a la presidenta de la Comunidad de Madrid.
La Ley Integral de Violencia de Género es otra medida legislativa que no les gusta a los populares. La tachan de ineficaz. Pero hoy, gracias a esta ley, las mujeres que sufren la violencia machista tienen más protección que nunca. El Gobierno ha puesto en marcha diversas medidas para mejorar la protección de las víctimas: se ha incrementado sensiblemente el número de efectivos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para la prevención y protección de la violencia de género; se han creado nuevos juzgados de violencia de género y se ha ampliado el número de fiscales; se ha elaborado un protocolo común para valoración del riesgo; se han constituido unidades de coordinación de actuaciones de las distintas administraciones ante esta lacra… Y otras muchas más. Es cierto que las muertes por violencia de género siguen siendo muchas –en lo que va de año llevamos 36-. Pero la pregunta ha de ser: ¿Cuántas muertes por violencia de género hubiésemos sufrido de no poner en marcha estas medidas? La respuesta para los que hemos trabajado en la materia es sencilla: Muchas más. Los efectivos de la Guardia Civil y Policía Nacional, los trabajadores sociales y todos los profesionales que se vuelcan en los casos de mayor riesgo fundamentalmente y siguen muy de cerca el resto constituyen auténticos ‘ángeles de la guardia’ para muchas víctimas; y gracias al trabajo de estos profesionales, al menos, muchas personas pueden descansar día a día. En Segovia, como ejemplo, en estos momentos hay cerca de 125 órdenes de protección y 20 de alejamiento.
La frivolidad en el tratamiento de los problemas que atañen a la sociedad es mala compañera de viaje, pero mucho peor en aquellas cuestiones que entroncan con los valores más esenciales, como son los derechos a la vida y a la igualdad. Si se une la demagogia como alternativa a una acción de gobierno seria, “la foto” de la realidad social queda desvirtuada por el querer y no poder. Y eso es lo que les pasa a los populares con su actitud hacia las políticas de igualdad, o al menos eso se desprende del contenido del artículo referido.
1 comentario:
Los del PP siguen aplicando la máxima de Goebbels: "Una mentira, repetida mil veces, puede convertirse en una verdad". Así llevan ochenta años por lo menos y no les va mal a tenor de los resultados. Precisamente hoy leí algo que nunca se me ha olvidado, el acoso al que sometieron a Demetrio Madrid para descabalgarlo de la presidencia de CyL; los tribunales demostraron que la acusación era falsa y lo absolvieron pero ya era tarde. El falangista Aznar sacó buenos réditos de aquella operación. Digo todo esto porque los peperos son capaces de culpar a Zapatero de las muertes de mujeres maltratadas, como lo son de hacerlo con el accidente de Spainair. Eso no es extraño y es tener muy poca vergüenza. Pero eso no quita que los varones heterosexuales estemos viviendo una mala época gracias al gineceo del que se rodea ZP. Hace poco hablé con un juez de familia que me contó las atrocidades que son capaces de cometer algunas mujeres, generalmente asesoradas por abogadAs, amparándose en una ley claramente discriminatoria. Contaré un caso: señora divorciada se niega a entregar a su hijo el pasaporte para poder viajar al extranjero de vacaciones con su padre. Este reclama al juzgado y ella responde acusándolo de amenazas. El pasa un fin de semana en los calabozos de la Policía Nacional y, tres días después, el juez lo pone en libertad después de admitir a trámite la denuncia. Entretanto, el hijo vuelve con la madre que no ha entregado el pasaporte, el padre está sometido a tratamiento por depresión, las vacaciones se han perdido y el prestigio personal, profesional y social del individuo queda en entredicho. Son muy pocos los varones que se atreven a denunciar estas infamias que se cometen a través de los orificios de una ley imperfecta y sesgada. Por tanto, que los delincuentas sean tratados como tales y los ciudadanos sean tratados con respeto. Y la señora De la Vega, tan jurista ella, que aplique esa norma garantista que ha olvidado: 'in dubio pro reo'. Lo que ella y sus adláteres hacen es lo contrario: si es un tío a hierro con él, si es una tipa de entrada es víctima. JM
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