La izquierda abertzale – herederos de Batasuna con EA y Alternatiba- ha escenificado en el día del Alderdi Eguna (Día del PNV) la adhesión del colectivo de presos etarras a la petición del cese de violencia de la banda. Para ello dos exreclusos condenados por asesinatos firmaron el documento. Demandan sin el mayor rubor “una paz sin vencedores ni vencidos”. Ya solo falta que la dirección de la banda se pronuncie en el mismo sentido para reiniciar una nueva etapa de cordura en el País Vasco. Antes o después llegará. Más bien pronto que tarde.
El camino iniciado hace un año y cristalizado en las últimas elecciones locales no tiene vuelta atrás. ETA no puedo volver a matar. Solo tiene una salida legitimada socialmente en Euskadi, su disolución; pero también el reconocimiento de un error y el olvido de tantos años de terror.
El camino hasta este punto donde se comienza a ver un rayo de luz claro no ha sido fácil. Son muchas las personas que permanecen en nuestra memoria. Y el rencor puede aflorar en cualquier momento. Tenemos la obligación de mirar al futuro. Los abertzales, como sugirió Rubalcaba cuando era ministro del Interior, han cambiado “bombas por votos”. En esa vía siempre será posible la reconciliación y la búsqueda de soluciones políticas estables que permita que no haya vencedores ni vencidos.
Hoy más que nunca el pacto Constitucional tiene que funcionar. La desaparición de ETA y la vuelta a la normalidad, como también recordaba Rubalcaba, no se producirá de un día para otro, ni será patrimonio de nadie. El PP, que sueña con la victoria electoral, parece haber comprendido el proceso de tránsito hacia la paz; o al menos no habla, que no es poco.
Una vez culminado el proceso quedará lo más difícil, gestionar el futuro en libertad con pleno respeto a las normas del Estado de Derecho. Ahí es donde la política y los políticos de verdad han de dar la talla. Aquí no vale confundir los sueños. En la próxima legislatura no solo habrá que gestionar la crisis, sino también el sueño real de la Paz en el País Vasco. Un planteamiento erróneo en esta gestión sería imperdonable.
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