Un año más está a punto de cerrarse. El 2011 a los socialistas no nos deja muy buen sabor. Nos ha pillado la crisis de lleno, complementada por errores fundamentalmente de comunicación que no supimos atajar a tiempo. A lo hecho pecho. Un partido no puede renegar de su pasado, al igual que los pueblos. De los errores sólo cabe aprender para no cometerlos en el futuro. Una autocrítica de la que no ha de estar exento el PSOE. Pero esta ha de ser ordenada y no anárquica, para evitar otros males mayores.
Estamos en Navidad. Tiempo de paz y sosiego. Y si una ciudad reluce como nunca en Navidad, esa es Segovia. He tenido la oportunidad de “salir a correr” la mañana del 25: un día repleto de luz, donde el paso por los valles del Eresma y el Clamores, o la subida por el paseo de Santo Domingo de Silos hasta llegar al Acueducto, le permiten a uno disfrutar de una belleza paisajística y monumental que rezuman aire puro, libertad y tranquilidad, más allá de los problemas del día a día; pero también encontrarse con viejos amigos que regresan estos días de su éxodo obligado a pasar unos días con la familia.
El día de Navidad también ofrece en Segovia una curiosa prueba: la carrera del pavo. Una prueba en bicicleta sin tracción, que consiste en lanzarse por la caída del Acueducto hasta el Azoguejo y subir hasta donde llegue su impulso por la Calle Real. Un año más, ha suscitado el encuentro de numerosos segovianos y turistas en torno a la prueba, entre ellos yo mismo.
En fin, Navidad con un sol espléndido que invita a pasear la ciudad y a olvidarse de otras cuitas de bajo alcance.
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