La iniciativa de Rubalcaba está muy medida. Es una propuesta moderada que intenta preservar los intereses de España en un momento de tanta dificultad como el actual, pero que a su vez se orienta a recuperar los mínimos de dignidad de la política y los políticos. El presidente del Gobierno tiene la última palabra para hacer lo que debiera haber hecho a iniciativa propia: la comparecencia en el Congreso de los Diputados. Mientras no lo haga el Sr. Bárcenas tendrá más credibilidad que el presidente del Gobierno de todos los españoles.
La connivencia entre el antiguo gerente y tesorero del PP y el presidente del Gobierno es clara con la información conocida. La frase de Rajoy en la que dice a Bárcenas “hacemos lo que podemos” pone de manifiesto la sumisión del Estado de Derecho a un chantaje y el pobre compromiso y visión política del actual presidente del Gobierno de Esapña con los principios y valores que informan nuestro sistema democrático. La moción de censura se orienta a exigir la responsabilidad política al presidente del Gobierno por los daños directos e indirectos causados a nuestra democracia y a España.
Con independencia del previsible resultado de la moción de censura, el Sr. Rajoy por dignidad democrática debe presentar la dimisión. En buena lid debiera ser su partido quien se lo exigiese. Es necesario un nuevo gobierno que impulse y recupere con fuerza la credibilidad del Gobierno de España. Si el momento no fuese tan turbulento económica y socialmente lo coherente sería una convocatoria de elecciones generales. Sin embargo, la coyuntura aconseja garantizar la mayor estabilidad política para de esa forma garantizar a futuro la mayor estabilidad económica y social. El Grupo Parlamentario Popular no puede seguir encubriendo los errores y tiene la última responsabilidad del cambio. Un compromiso que no es con su partido sino con el pueblo español.
Sorprende la posición de los diferentes grupos parlamentarios con respecto a la moción de censura. Al margen de los intereses del país, cada uno va a defender sus propios intereses. Es el caso de IU y UPyD con una clara estrategia de desgaste de los dos grandes partidos al margen de los intereses de nuestro país. O de CiU y el PNV en la línea de defensa de la soberanía de sus respectivos ámbitos nacionales. Ninguno de ellos apoyará la moción de censura del PSOE. La esencia democrática se diluye y sus continuas llamadas al purismo democrático son testimoniales y etéreas, como se puede comprobar.
El PP ha desarrollado en estos últimos 20 años una cultura política perversa. La mentira y el engaño han sido sus señas de identidad en la acción política. Ahora sabemos lo que intuíamos: han hecho trampa en los procesos electorales. El partido ha sido desigual. El PP no sólo ponía en juego muchos más recursos en las campañas electorales, sino que además pagaba después gastos de representación a su cargos, como ha sido el caso de la portavoz en el ayuntamiento de Segovia durante el 2007 y 2008 y ahora diputada por el PP. ¿De dónde sacaban el dinero? ¿Cómo lo hacían? ¿Cuáles eran los criterios de reparto territorial y entre cargos? Estas y otras cuestiones merecen no sólo la delimitación de responsabilidades políticas a través de una moción de censura sino la comparecencia de Rajoy por respeto a los españoles.
Estos últimos días hemos conocido también que en el ‘caso Bárcenas’ el PP va más allá. Algunos diputados, entre ellos el diputado por Segovia Gómez de la Serna, que han intentado efectuar una intermediación con Bárcenas para evitar los efectos colaterales negativos en su partido. Sin ningún escrúpulo, según ha informado algún medio de comunicación, que mejor forma de hacerlo que colocar en la fiscalía anticorrupción alguna persona fácilmente controlable. A eso ha llegado el PP. La moción de censura no sólo es necesaria por salud democrática, sino que es obligada por dignidad parlamentaria.
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