El curso político 2012-2013 ha concluido con tanta turbulencia política como comenzó. El descarrilamiento del tren Alvia en la cercanías de Santiago de Compostela con 79 muertos ha sido el colofón a un curso que ha estado presidido por el incremento del paro, un mayor deterioro económico de nuestro pías, el deterioro institucional, el despotismo del PP y el sobresalto de la corrupción…
El accidente de Santiago ha puesto
de manifiesto la vulnerabilidad de nuestro evolucionado y moderno sistema
ferroviario. Una red que acusa los efectos de la crisis y combina la alta
velocidad con vías mixtas a las que no ha podido llegar la sofisticada
automatización, dejando al albur de la acción humana la exposición al riesgo,
como hemos podido comprobar, por desgracia.
El accidente ha puesto de
manifiesto la solidaridad del pueblo gallego y la utilización instrumental de
las emociones humanas. Una desgracia que ha conmovido a todos los españoles y
que algunos medios de comunicación han utilizado para competir en la lucha de
audiencias. El Gobierno y la Corona no se han quedado a la zaga. Somos muchos
los que pensamos que una puesta en escena más discreta y menos visible hubiese
estado más acorde con la naturaleza del fatídico acontecimiento. Y, sin duda,
han sobrado las declaraciones a los medios del ministro del Interior en sede
policial culpabilizando al maquinista, lo mismo que las declaraciones de los
presidentes de Adif y Renfe en el mismo sentido. Una actitud muy propia del PP
para quitarse el problema de encima, en lugar de esperar el veredicto
judicial.
El curso político 2012-2013
concluirá con la comparecencia del presidente del Gobierno, el Sr. Rajoy, ante
el Congreso de los Diputados para, en teoría, explicar a los españoles su
actuación en el ‘caso Bárcenas’. Una comparecencia que llega tarde y mal tras
el órdago de la moción de censura lanzado por el PSOE. Rajoy comparece porque
no ha tenido más remedio en una fecha inapropiada elegida por él en la que gran
parte del país está ajena a la actividad política. El descrédito de España va
en aumento y la repercusión económica en el comercio exterior hacía
insostenible esta situación, más que la repercusión interna. Por eso comparece
Rajoy, aunque no hay que descartar que, una vez más, todo se limite a un
paripé. El PSOE no debe renunciar, al menos de momento, a una posible moción de
censura. Rajoy es una caja de sorpresas.
En la comparecencia ha de
esclarecerse si durante estos últimos 20 años el PP ha contado con un sistema
de financiación irregular como ha denunciado su administrador, no solo en el ámbito
estatal, sino también provincial. Tiene que quedar claro si sus máximos
responsables se han lucrado con dinero público, aportado por diversas empresas
que así conseguían contratos de estos dirigentes que acabábamos pagando todos
los españoles. Ha de quedar claro que en estas condiciones si el actual
presidente del Gobierno, sus ministros, los dirigentes del PP son dignos del pueblo
español y no deben dimitir.
El Gobierno del PP, que criminalizó
al PSOE de la crisis económica, con sus políticas, como hemos podido comprobar
en este curso que ahora concluye, ha empeorado la crisis, ha situado el paro
juvenil en el 56 por ciento, ha roto el sistema público de protección con
recortes en la sanidad, en la educación, el desmantelamiento de la Ley de Dependencia.
Se han incrementado las tasas judiciales, se han reducido las becas y se han
impulsado proyectos legislativos, 18 de ellos por real decreto ley, que
quiebran la estructura institucional de un estado moderno utilizando la crisis
como pretexto pero haciendo una cambio de modelo institucional fundamentado en
la ideología neoliberal del Gobierno.
Un curso que termina con un
suspenso de los españoles para el Gobierno del PP y que no augura una posible recuperación
en el siguiente, sino todo lo contrario.
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