El ataque con armas químicas al
pueblo sirio orquestado por sus dirigentes, con Bachar el Asad al frente –esto
es lo que ratifican los informes técnicos-, ha sobrepasado todos los límites de
la dignidad humana. Un acto execrable que merece la máxima condena y repudio de
sus autores, pero también la depuración de responsabilidades por “crímenes de
lesa humanidad”.
La ‘Primavera árabe’ concluyó en
Siria en un conflicto civil. El intento de derrocar a su presidente, como
sucedió en Túnez y Egipto, derivó en una fuerte represión del régimen desde
2011, que ha producido una matanza cruel y ha derivado hacia una guerra civil. Y
todo ello ante la impasible acción de las democracias occidentales.
El presidente Obama ha anunciado su
intención de reprender con una acción armada selectiva el último ataque
genocida del monstruo de su presidente. Actuación que cuenta con el apoyo de
Francia, el silencio latente del resto de los países de Europa, entre ellos el
nuestro y el veto en el Consejo de Seguridad
de la ONU de Rusia y China. Nadie duda de la responsabilidad del régimen
esta masacre y de la necesidad de un fuerte castigo para evitar que acciones de
este tipo queden impunes y se puedan volver a repetir.
Las consecuencias de un ataque
armado, aunque sea selectivo y sobre objetivos militares, recaería una vez más
sobre los más débiles de la población civil. La táctica anunciada por el
presidente de los EEUU recuerda a la famosa cumbre de las Azores. Los
prolegómenos son muy similares y esperemos que los efectos, en caso de
producirse, que ¡ojalá no!, no deriven en el desastre que supuso la actuación
en Irak.
Hay formas alternativas a un ataque
militar para castigar la acción del régimen sirio. En primer lugar es necesaria
una clara y contundente presión diplomática internacional, que hasta ahora no
se había producido, e incluso no ha tenido la intensidad que merecían los
acontecimientos; es necesario bloquear la entrada de armas a Siria y presionar
a su aliados con toda intensidad en todos los frentes en los que tengan
intereses para que el Asad abandone el poder y se respeten los Derechos Humanos
en Siria.
Una intervención militar solo
contribuiría a tensar más las relaciones con el mundo islámico y a generar una
escalada de su “yihad” en sus diferentes manifestaciones y sus efectos
negativos sobre la economía y recuperación económica. Es de esperar que Obama
no se haya vuelto loco y sus amenazas sean solo disuasorias.