El pueblo español se merece respeto. El presidente del Gobierno, en su comparecencia para informar sobre el ‘caso Bárcenas’, ha vuelto a ningunear otra vez a los españoles. Rajoy mintió una vez más, como está acreditado. Negó la relación de Luis Bárcenas con el PP desde hace cuatro años, cuando ha mantenido un vínculo muy estrecho hasta principios de este año. Seguía contando con despacho y coche del partido, “cobros diferidos” y le ha pagado la defensa hasta hace escasos días, como está constatado; Rajoy ha enviado sms a Bárcenas cuando ya todo el mundo sabía que era un evasor fiscal diciéndole “sé fuerte Luis” o “hacemos lo que podemos”. Una clara prueba de la mentira y de la complicidad de ambos personajes.
No se puede olvidar que el gerente y posterior tesorero del PP, Sr.
Bárcenas -nombrado por el actual presidente del PP-, ha acumulado en cuentas
exteriores un saldo acreditado de 47 millones de euros en estos años. Una
fortuna que ha generado vinculado profesionalmente al PP. Si nos atenemos a su
éxito como recaudador se ha de presumir que los resultados de la parte
representada han debido ser muy superiores. Basta comprobar la majestuosidad de
las campañas electorales del PP con la aplicación de una ingente cantidad de
recursos, el pago de sobresueldos en A o en B a sus ministros para garantizar
el sueldo que cobraban en el partido, como acreditó Rubalcaba en su discurso, o
el pago de gastos de representación a portavoces municipales para comprobar que
hay unos serios indicios de financiación irregular de gran parte de sus gastos
de explotación. Para otros partidos ese nivel de gasto es imposible. El PSOE en
Segovia no hemos podido competir nunca con las campañas electorales y puesta en
escena del PP, y mucho menos si hubiésemos destinado el 60 por ciento de
nuestro presupuesto anual a pagar gastos de representación al portavoz
municipal.
El discurso de Rajoy estuvo repleto de recursos de oratoria para
distraer la atención pero fue inconsistente e incoherente en el fondo. Jugó el
papel de víctima e intentó trasladar a la opinión pública una imagen de persona
ingenua y buena. Algo que a estas alturas y con tanto bagaje político ya no
cuela. Rajoy hizo un discurso para contentar a los suyos, a los entregados. Y
creo que lo consiguió. No tuvo ningún escrúpulo en nombrar lo que hasta ese
momento era innombrable y hacer gala del cinismo al que nos tiene acostumbrados
en su acción política para intentar enterrar el ‘caso Bárcenas’. No lo
consiguió. La palabra puede llegar a soportar todo. Y decir que se equivocó con
Bárcenas no exime de sus responsabilidades políticas y judiciales.
El presidente acudió a la Cámara forzado. Su presencia era obligada para
preservar la dignidad del Parlamento. Pero también para evitar la indignación
de los españoles y el deterioro de la imagen de España en el exterior. Una
comparecencia que ha sido posible gracias a la iniciativa del PSOE con el
anuncio de la presentación de una posible moción de censura si no comparecía.
Rajoy no puede seguir de presidente del Gobierno. Una vez conocidos sus
sms con Bárcenas, la dimisión es una cuestión de “higiene democrática”, como
muy bien argumentó el jefe de la oposición en su segunda intervención. El PP
debe propiciar su relevo cuanto antes por respeto a la dignidad de los españoles.
En caso contario se encontrará en una situación similar al del caso
norteamericano 'Watergate'. En ningún caso el PP podrá volver a presentar a
Rajoy en unas próximas elecciones generales. La credibilidad política la ha
perdido. Y su partido también. Tiene que clarificar su financiación de estos
últimos 28 años y depurar en su caso la responsabilidad política. El PP no se
puede oponer a abrir una comisión de investigación sobre este tema en el
Congreso, como ha pedido el PSOE. La salida de la crisis está unida
estrechamente a la trasparencia y a la confianza de los ciudadanos no sólo en
el plano económico sino también en el político.
En la comparecencia, el presidente pintó un panorama idílico de los
signos de recuperación económica de nuestro país. ¡Ojalá fuese así! Sin
embargo, todo indica por lo que informan los expertos que no lo es. El inefable
FMI, en su último informe, hace referencia
al estancamiento de la economía española hasta el 2018. Por tanto, de
brotes verdes nada. Se entiende que un presidente intente generar entusiasmo y
optimismo, pero no puede fomentar falsas esperanzas y menos instrumentalizar la crisis para tapar
el ‘caso Bárcenas’. El presidente del Gobierno ha de respetar a los españoles
de la misma forma que los españoles nos hemos de sentir representados con
dignidad.
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