El PSOE ha sido y es un partido laico. Nunca ha
renunciado al laicismo. Los socialistas entendemos la existencia de una
sociedad organizada de forma autónoma y ajena a las confesiones religiosas, con
independencia de las creencias de cada uno de los que integramos esta gran
familia. El laicismo como doctrina garantiza la libertad de conciencia y la no
imposición de normas y valores morales particulares de ninguna confesión. No
somos anticlericales. Siempre hemos respetado y respetaremos los valores
religiosos. Nuestro modelo de Estado es el ‘secular’.
En materia religiosa, durante el proceso
constituyente los socialistas cedimos en nuestras posiciones laicistas en aras de
garantizar la armonía y convivencia entre todos los españoles para conseguir la
redacción de un texto constitucional que contase con el mayor apoyo posible de
los diferentes sectores sociales que integran nuestro país. El artículo 16.3 de
la Constitución
confiere a España la característica de Estado aconfesional. No se adhiere ni
reconoce como oficial ninguna religión en concreto, aunque se establecen
relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones. Un
acuerdo entre diversas fuerzas políticas que garantizaba el “estatus quo” y la
financiación de la
Iglesia Católica en nuestro país. Con ella, desde entonces,
se colabora de forma especial a través de la casilla del IRPF en la que se
puede destinar a fines sociales o a la Iglesia Católica,
pero no a otras iglesias, aparte de otros fondos públicos de distinta
naturaleza para su mantenimiento.
EL PSOE, desde la transición hasta hoy, ha sido leal
con sus compromisos. La sociedad española ha cambiado mucho en estos años y,
por suerte, es cada vez más laica. La segunda transición, parafraseando a
Aznar, llegó hace tiempo, al menos para algunos sectores conservadores que no
se han recatado en anunciar e implantar su programa de máximos. La cúpula de la Iglesia les ha acompañado.
Durante los últimos años de Gobierno socialista, con
el cardenal Rouco a la cabeza, ha promovido manifestaciones por las calles de
Madrid y de otras ciudades contra las reformas políticas del PSOE, y han
proseguido su lucha en las homilías y a través de otras vías institucionales;
han execrado la Ley
de la Memoria
Histórica; han demonizado la asignatura de Educación para la Ciudadanía;
impulsaron la beatificación de mártires de la Guerra Civil que en
otras épocas de la Iglesia
se pararon para no reabrir heridas. Con el Gobierno del PP, su aliado natural,
han conseguido que la asignatura de religión sea curricular y obligatoria. La
cúpula de la Iglesia
y muchos de sus ardientes seguidores llevan muchos años en lucha contra el
PSOE. La hemeroteca puede dar buena prueba de ello. Sin duda, están en su
derecho en una sociedad democrática y libre.
La reciente Conferencia Política del PSOE ha
debatido la oportunidad de avanzar hacia un Estado laico que dé respuesta a
nuestro ideario político y a la mayoría social española. Estamos en nuestro
derecho. Hemos debatido de forma respetuosa. Como manifestó nuestro secretario
general en su discurso de clausura: “A los creyentes socialistas me dirijo. El
PSOE es su partido, es el partido que va a luchar por el respeto a su religión
y a todas las religiones, el respeto máximo. Eso es un estado laico”.
Si los ciudadanos nos otorgan su confianza y
contamos con la mayoría legislativa suficiente: denunciaremos los acuerdos con
el Vaticano; apostaremos por la autofinanciación de todas las confesiones
religiosas; defenderemos la escuela pública laica en la que no tenga cabida la
enseñanza curricular de la religión, ni tampoco en horario escolar; la Iglesia católica pagará el
IBI de todas aquellas propiedades que no sean de exclusivo uso de culto –las
iglesias quedarían excluidas del pago de este impuesto-.
Como
resultado de nuestra Conferencia Política, los socialistas nos proponemos impulsar
una ley de libertad religiosa, de libertad de conciencia y de libertad de
culto. Manifestamos nuestro absoluto respeto a todas las confesiones religiosas
y defendemos que el Estado garantice que puedan practicarse en libertad. Esta
actitud a algunos les molesta e intentan descalificarla, tachándola de radical,
adoptando la posición que denuncian.
Como no
puede ser de otra manera, reconocemos el importante papel social que ha jugado
y juega la Iglesia y algunas de sus instituciones en nuestro país. No nos
oponemos a él. Pero reclamamos respeto para la posición social mayoritaria del
pueblo español –según los estudios sociológicos-, a la vez que demandamos que
ninguna confesión mantenga posiciones de privilegio, y utilice los recursos
públicos en beneficio propio y de organizaciones afines.
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