De Sochi nos venimos de vacío. No es la primera vez que esto ocurre.
Los Juegos Olímpicos de Invierno siempre han supuesto una gran desilusión para
los españoles. Solo los hermanos Fernández Ochoa, en 1972 Paco, en Sapporo, y
Marta en el 92 en Albertville, consiguieron respectivamente medalla de oro y
bronce. Esos son nuestros humildes logros en toda la historia de las olimpiadas
de invierno. En Sochi nos hemos quedado con la miel en los labios en patinaje
artístico con Javier Fernández, pero no ha podido ser.
El fracaso olímpico de los deportes de invierno en nuestro país tiene
profundas raíces. En lo relacionado con el deporte asociado a la nieve, del que
más emblemático es el esquí, la práctica en nuestro país es más bien escasa. La
posición septentrional de España hace que su práctica se limite al ámbito de
los Pirineos y a Sierra Nevada. La accesibilidad a las pistas para la mayor
parte de los españoles no es fácil. Mucho más cuando la nieve no siempre está
garantizada. En los últimos veinte años se han impulsado las escuelas de esquí
y la “semana blanca” de los colegios ha contribuído a que muchos niños hayan
podido iniciar el aprendizaje en este deporte. Pero aún así es insuficiente,
más si nos comparamos con los países alpinos. En definitiva, un problema
estructural muy difícil de superar.
Otra cuestión son los deportes sobre hielo. Su práctica en España no es
mayoritaria. Disponemos de muchos más pabellones que hace años, pero es
insuficiente su práctica e intensidad. Nos queda mucho recorrido. En los
colegios, la adhesión hacia este tipo de deportes es cada vez mayor. Sin
embargo, insuficiente para competir. Mucho más cuando se carece de un programa estatal
de preparación suficientemente dotado para poder competir en estos eventos
internacionales. A partir de ahí los resultados que podamos alcanzar solo
pueden responder a la capacidad innata de algún deportista excepcional
sobrevenido, o las características singulares que confluyan en un determinado
momento.
Lo de Sapporo en Sochi no parece que vaya a ocurrir en esta ocasión. Si
así fuese no me cabe la menor duda de que el actual Gobierno de España lo
presentaría como un gran logro del la política deportiva española. Y los Juegos
de Invierno de Sochi hubiesen pasado de la TDP a La 1. Pero no ha sido así. Lo
que sí que debe ir pensando el Gobierno es en un nuevo desarrollo estratégico
de los deportes de invierno en nuestro país. Los resultados hasta el momento no
pueden ser más pobres. Sochi es la sombra de la implicación y práctica de los
deportes de invierno por los españoles.
1 comentario:
No puedo estar más de acuerdo contigo Juan. Los JJOO de invierno son la gran así altura pendiente de España.
Enhorabuena por el blog!
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