El
Debate del Estado de la Nación
se ha caracterizado por la sordera del presidente del Gobierno. Rajoy, con este
debate, iniciaba la campaña de las europeas. Desde el primer momento hizo un
discurso triunfalista, centrado en la venta de la recuperación económica y de
la herencia recibida. Un debate para lanzar mensajes a la ciudadanía que en los
próximos días amplificará el ejército mediático del PP. En ningún momento Rajoy
ha asumido el peso de la responsabilidad de llevar las riendas del país. Ha
actuado más en su papel de jefe de la oposición que de presidente del Gobierno.
Sobre todo en la réplica.
EL
jefe de la oposición, el Sr. Rubalcaba, expresó de una forma muy gráfica, en su
primera frase del primer turno, el sentir de muchos españoles con respecto a la
visión que tiene de nuestro país: ¿En qué país vive usted? Un país que no es el
de ‘Alicia en el país de las Maravillas’. Si no desde que gobierna el PP todo
lo contrario. La crisis no solo está haciendo estragos en las personas, sino
que como recordó Rubalcaba le está sirviendo al PP para restringir derechos y
libertades, cambiar nuestro modelo.
En
la réplica, Rajoy volvió a tirar de las fichas y a usurpar el papel de jefe de
la oposición. En esta ocasión ya no se conformó con echar la culpa de todo lo
que ocurre al PSOE, sino que le exigió respuestas a presuntas preguntas
formuladas. El descaro y la desfachatez de Rajoy alcanzaron su valor más alto.
Pero lo peor vino cuando Rubalcaba le recordó un artículo suyo en el Faro de
Vigo en el que defendía la esencia de la estirpe para sustentar que el hombre
es esencialmente desigual. Le puso banderillas. Y salió la agresividad de
Rajoy.
Con
el resto de los grupos, Rajoy se creció en la réplica. En especial con IU,
hacia los que en algún momento mostró
desprecio; pero también con UPyD.
De
propuestas, pocas. Cabe destacar la tarifa plana de 100 euros para la
contratación fija. Una medida controvertida que puede quebrar aún más las arcas
de la Seguridad,
y que se mantienen gracias a la herencia del Fondo de Reserva que dejaron los
socialistas. El presidente también vendió su reforma fiscal. Una reforma
incierta y populista. Rajoy sabe muy bien que para algunos, como él, en
política una cosa es lo que se dice y otra es lo que se hace. El sabe que este
debate en 15 días está borrado de la memoria colectiva de los españoles. Su
juego es a corto.
El
presidente del Gobierno ha perdido una gran oportunidad para escuchar a los
diferentes grupos, integrarles en la lucha contra la crisis y demostrar su
liderazgo social y político en nuestro país para salir de la situación en la
que nos encontramos. Algo que no ha hecho. Rajoy prefiere el papel de actor
secundario de líder de la oposición al de líder de nuestro país.
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