Como miembro de la Comisión de Hacienda y de Administraciones Públicas
del Congreso de los Diputados tuve la oportunidad de asistir a la presentación
ante la citada comisión del ‘Informe de la Comisión de Expertos para la Reforma
del Sistema Tributario Español’. Después de oír a su presidente, el Sr.
Lagares, y a los portavoces de los diferentes grupos parlamentarios –en
especial a la portavoz del PP-, me quedé con el siguiente mensaje: soberbia y
engaño.
El informe tiene un claro objetivo: recaudar más y situar la
recaudación de ingresos fiscales sobre el PIB en el entorno del 37-38 por
ciento del PIB. Objetivo que podríamos compartir si no fuese porque el fraude
fiscal en España, según estima la Unión Europea, se sitúa alrededor de 70.000
millones de euros, y para garantizar los objetivos del Programa de Estabilidad
del Reino de España se necesita un recorte de 50.000 millones de euros antes de
2016, lo que afecta de manera directa al Estado del Bienestar, y en especial a
la población más humilde. Un dislate, teniendo en cuenta que no se pone gran
énfasis sobre el fraude fiscal, que debiera formar parte de la solución y no
del problema.
El informe pivota sobre la idea de lo que denomina “devaluación
fiscal”. Que consiste en una reducción generalizada de las cotizaciones
sociales –unos 20.000 millones de euros- para, de este forma, favorecer el
empleo a través del coste del factor trabajo y mejorar la competitividad de la
economía española, y así compensar esta reducción con una subida de otros
impuestos, en particular los indirectos y medioambientales, dada la necesidad y
el compromiso de reducir el déficit público. Esta devaluación, según recoge el
informe, debe plantearse una vez que se ha dado solución al impacto de
reducción de las cotizaciones sociales sobre el sistema de Seguridad Social.
El efecto de la reforma, en el caso de llevarse a cabo, conllevará la
subida del IVA del 10 al 21 por ciento de gran parte de los productos básicos,
que es donde más se recauda, la subida del IBI, la atribución a la vivienda en
propiedad de una renta anual que tributaría a efectos de IRPF como un ingreso y
la eliminación de la desgravación por compra. También se suprimiría el Impuesto
del Patrimonio y la bajada del tipo marginal de las rentas más altas. Para las
empresas se reduciría el tipo impositivo de las grandes empresas y las
entidades financieras.
Es una reforma que llevará a subirles los impuestos, una vez más, a las
clases medias y trabajadores. Más teniendo en cuenta que desde que lleva
gobernando el PP se han subido 55 impuestos. España se empobrecerá más y las
desigualdades sociales aumentarán.
Una vez presentado el informe, el ministro de Hacienda ha anunciado que
no subirá el IVA, ni gravará la vivienda habitual. Exactamente lo mimo que
dijeron en campaña electoral. El PP vuelve a mentir de nuevo con premeditación
y alevosía. ‘Para este viaje no se necesitaban estas alforjas’, salvo que se
trate de presentar al Gobierno del PP como el salvador ante las medidas
propuestas por un denominado grupo de expertos elegidos a dedo por el Ejecutivo
y que han actuado por encargo, a la luz de la presentación del informe.
El Sr. Lagares demostró sobrarle displicencia y soberbia; y faltarle
claramente estar en contacto con la realidad cotidiana de nuestro país, lo que
puede explicar que no entienda muy bien la “no neutralidad social” de un
impuesto indirecto como el IVA, y solo entienda sus efectos en términos
fiscales cuando afirmó que “el IVA es un impuesto neutro”. Un perfil propio
para dirigir un grupo de técnicos con una mayoría monolítica y ante un encargo
claro y preciso del Gobierno, que solo contribuye a devaluar la credibilidad y
la independencia de los profesionales. La Hacienda pública española tiene
suficientes funcionarios expertos como para que el Estado se gaste dinero
encargando estudios “ad hoc”, que si es verdad lo que ahora anuncia el Gobierno
–lo dudo- irá a la papelera, y únicamente servirá para aumentar el ego de unos
pocos y su caché profesional.
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