Todavía resuenan los ecos de la ‘Operación Palace’ de Jordi Évole en su
programa ‘Salvados’. Un reportaje ficticio sobre el golpe de Estado del 23-F al
estilo de la ‘Guerra de los Mundos’ de Orson Welles. Presentaba el golpe de
Estado del 23-F como un montaje dirigido por José Luis Garci, el popular
cineasta conservador de aquélla época de la Transición. Para ello Évole contó
con la complejidad, entre otros, de Iñaki Gabilondo y otros políticos
contemporáneos de la época. Dicen que Felipe González fue invitado a participar
en la farsa, pero negó su complicidad.
He de confesarles que no seguí el programa más allá de cuatro minutos.
Seguí la entrevista de Zapatero en Cuatro con poco entusiasmo, no por el
presidente, sino por quien le entrevistaba. Zapeando me llamó la atención lo
que contaba el amigo Évole en La Sexta. En menos de dos minutos me di cuenta
que se trataba de una solemne tontería. Cualquiera que conozca nuestro Parlamento
democrático por dentro sabe que lo que se planteaba era una tomadura de pelo.
Volví a entrar en dos o tres ocasiones más. Creo que no sobrepasé una
permanencia superior a treinta segundos en cada caso. Para mi sorpresa e
indignación pude comprobar cómo algún avezado político se prestaba al juego.
Mi sorpresa saltó cuando en el grupo de WhatsApp de nuestra Comisión Ejecutiva un integrante del grupo escribió: “Estoy viendo La Sexta y espero que
mañana no se siente en el Congreso de los Diputados nadie que haya participado
en la película. A no ser que explique qué ocurrió”. Mi respuesta fue: “Es todo
mentira”. Pero tras seguir viendo a Zapatero en Cuatro, hubo quien me respondió
en los siguientes términos: “¿Todo?”. Un poco más tarde quien inició la
conversación escribía: “Orson Wells por lo menos utilizó extraterrestres. Esto
me parece demencial”. La indignación crecía. En nuestro caso no se borró ningún
comentario. Pero fueron muchos quienes lo hicieron en la red. Fue la noche de
los “santos inocentes”, pero también de una gran lección.
Évole no es santo de mi devoción. Le considero un excelente profesional,
pero no me gusta el sensacionalismo con el que trata los diversos temas. Sin
duda, con la ‘Óperación Palace’ traspasó una de las líneas rojas en materia de
comunicación. Un tema tan serio como fue el 23-F no se puede tratar con tanta
frivolidad. En materia de comunicación no vale todo. La dignidad y respeto a
los telespectadores, en este caso, es consustancial con el derecho de
comunicación. Un programa que jamás debiera haberse emitido en ese contexto.
A pesar de ello, no hay mal que por bien no venga. El programa de Évole
es un gran aviso a navegantes. Una gran lección para todos aquellos que se
creen a pies juntillas lo que aparece a través de los diferentes canales de
comunicación. Mucho más si estos carecen de algún tipo de filtro, como es el
caso de las redes sociales. Claro, que hay otros medios que aún contando con el
reconocido prestigio, al menos por el tiempo que llevan en antena o gozan de
gran difusión, tampoco ofrecen ninguna garantía de objetividad y veracidad, ya
que juegan y manipulan de parte. Se da la circunstancia de que estos también se
han escandalizado por la ‘Operación Palace’. Gran lección para todos aquellos
que día a día se dejan arrastrar por chismes y mentiras; o bien las difunden.
Para reflexionar.
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