Dadas las fechas del año, es el momento de escribir la carta a los
Reyes Magos. Lo han hecho muchos niños, repletos de ilusión y esperanza. Son
niños. Pero a tenor de las noticias que aparecen en prensa también lo está
haciendo algún que otro partido político. El problema es que estos que escriben
a los Reyes Magos en nombre de su país a su vez hacen de “reyes magos”. Y todo
parece indicar que lo hacen con premeditación y alevosía. Saben dónde van. Lo
que creo es que no tiene claro es dónde quieren llevar al pueblo español.
El fenómeno no es exclusivo de España. Syriza en Grecia también ha
escrito su singular carta, a la vez que se ha erigido en un particular “rey
mago” de los griegos. Puestos a pedir, “el rey mago griego” ha decidido no
pagar la deuda, o al menos la mayor parte; elevar el salario mínimo; establecer
una moratoria bancaria sobre los créditos privados que superen el 30 por ciento
de los ingresos; y poner fin a la austeridad unilateralmente, de una vez por todas.
En Grecia, como en otros países azotados por la crisis, entre los que
se encuentra España, un porcentaje muy alto de la población está pasando
auténticas dificultades. El fin de la austeridad en Grecia, según este grupo
político, tiene un precio de 1.300 millones de euros. La cuestión es cómo
conseguirlos. La riqueza nacional en Grecia desde 2009 se ha contraído un 30
por ciento; un tercio de la población se halla por debajo del umbral de
pobreza; los ingresos de los hogares han disminuido hasta un 40 por ciento; y
la deuda pública representa el 177 por ciento.
Esta es la situación del pueblo heleno. Las propuestas de Syriza no solo
son inviables, sino que llevan al país a la quiebra total, cortando cualquier
tipo de ayuda externa. Si los acreedores saben que no van a cobrar porque el
Gobierno así lo decide, su primera reacción será no prestar ni un euro. De
hecho, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ya ha decidido suspender
cualquier tipo de ayuda hasta que no se clarifique el panorama político en las
próximas elecciones del día 25 de enero.
Los dirigentes de este partido heleno piensan que con el simple anuncio
del impago de la deuda, la Troika se verá obligada a inyectar más recursos para
evitar la salida del euro de Grecia. Se equivocan. La economía griega apenas es
significativa en Europa. Si se cediese, estarían dando oxígeno a otros países
como Portugal, Irlanda, Italia y España. Lo que puede pasar es que los griegos,
en su desesperación, elijan un gobierno populista que les lleve en un tiempo récord
a la salida del euro y a altas tasas de pobreza y miseria.
Esta situación iría acompañada de un nuevo establisment, o si prefieren, una “nueva casta política”,
utilizando su jerga, que intentará hacerse fuerte, restringir libertades y
poner en marcha un sistema de economía planificada que reparta
centralizadamente la cada vez menor riqueza nacional, como medio de
autodefensa. O sea, un Estado intervenido con elecciones también intervenidas.
¿Les suena? Claros ejemplos hay en América Latina. Nosotros en España hasta nos
permitimos el lujo de tener asesores y expertos en este tipo de sistemas
económicos y políticos que abogan por ellos, aunque para ello no tengan ningún
escrúpulo en presentarse como socialdemócratas o lo que haga falta. Como decía
Groucho Marx en una de sus geniales películas: “estos son mis principios, pero si no les gustan les puedo cambiar”.
En momentos de dificultad es muy fácil jugar con los sentimientos de la
gente, sobre todo cuando está desesperada. Ahora, todo es susceptible de empeorar
y Grecia va por mal camino. No se lo
deseamos nadie, pero los españoles tienen que aprender de la experiencia
griega. La reactividad y el odio nos son buenos compañeros de viaje para
resolver los problemas. Más cuando se trata de encontrar recursos de los que no
se dispone y te los tienen que prestar para mantener un nivel digno de vida.
La política no consiste en gestionar los sentimientos de las personas.
Se trata de buscar soluciones a los problemas y no engañarlos, como han hecho
hasta el momento gran parte de los dirigentes de Europa. Y para eso hay que
buscar una política expansiva acordada de gasto público a nivel global, pero no
a las bravas. De lo contrario, nos esperan muy malos tiempos. Confiemos en la
sensatez de los pueblos de Europa y no en los “reyes magos” que no existen y solo
buscan su cuota de poder.
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