Los últimos atentados contra la sede del semanario satírico francés Charlie Hebod, que costaron la vida de
doce personas, y el asesinato posterior de cuatro judíos en un supermercado, han
despertado la preocupación en toda Europa de la amenaza yihadista. El grito de
solidaridad ha sido unánime. Todos nos hemos sentido amenazos y atacados. Por
eso yo, como me imagino que todas las personas de bien, nos atrevemos a gritar je aussi suis Charlie –yo también soy
Charlie.
La yihad sigue representando
para los islamistas el instrumento de acción para conquistar e imponer al resto
del mundo sus creencias. Por suerte, lo occidentales hace tiempo que
abandonamos las cruzadas. Nuestra
civilización ha hecho la transición cultural a lo largo de la historia con
diversas corrientes de pensamiento. En especial, con el Renacimiento, que
supuso un importante avance en lo social, en lo político, en lo económico y en
lo religioso. El hombre pasó a un primer plano y se relativizó la figura de
Dios.
Parte del mundo musulmán no ha sido capaz, o no ha querido hacer esa
transición. Todo esta supeditado a los mandatos religiosos del Islam. La yihad les
vincula hasta la expansión y aceptación total de sus creencias. La tensión
impuesta por los más radicales está hoy más latente que nunca. Afganistán, el
11-S, el 11-M, Londres y ahora París marcan hitos relevantes de esta locura.
Al-Qaeda y el EI (Estado Islámico) son sus instrumentos letales, como por
desgracia podemos comprobar.
Hoy más que nunca tiene sentido trabajar en la Alianza de las Civilizaciones pergeñada y promovida por Zapatero y
el presidente turco, Erdogan, y que fue denostada y vituperada por las fuerzas
conservadoras. Es necesario buscar fórmulas que permitan cortar la espiral de
violencia y solventar, hasta donde sea posible, los problemas asociados al
diferente contexto cultural.
La globalización ha hecho que exista una continua interacción de la
cultura occidental en la islámica a través de las nuevas tecnologías de
comunicación. A muchos musulmanes les resulta muy difícil entender las viñetas
de Charlie Hebod contra su Profeta. Como les es imposible entender el derecho a
la libertad de expresión occidental. Esta diferencia de contexto cultural es la
que iguala para estos musulmanes el derecho a la vida con el derecho a la
libertad de expresión; algo que a los occidentales nos resulta imposible
entender y condenamos con el sometimiento de sus actuaciones al Estado de Derecho.
El terrorismo asociado a la yihad no puede quedar inmune. Su acción solo
se puede contrarrestar desde la inversión en la Alianza de las Civilizaciones,
lo que sin duda requerirá mucho tiempo para poder compatibilizar sus valores, y
mediante la acción preventiva en materia de seguridad. El derecho a la vida en
las constituciones e ideario del mundo libre está muy por encima de otros
derechos y libertades.
Perfectamente se puede y debe defender el derecho a la vida y a su
seguridad, y establecer limitaciones al resto de derechos y libertades cuando
puedan incidir en el derecho supremo o ponerlo en riesgo. Protegerse del
terrorismo, sea del signo que sea, es un deber que deben promover todos los
partidos que miren al horizonte con alturas de miras y antepongan en su ideario
político la vocación de servicio público, y no de servirse a sí mismos.
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