Perdido, sin duda. El pasado viernes tuve la oportunidad de seguir a
través de uno de sus canales amigos –en este caso la Cuatro- la rueda de prensa
del nuevo Wally. Durante el tiempo que tuve la oportunidad de verlo, pude
ratificar la opinión que desde hace tiempo vengo pergeñando: Monedero es un
político rancio horneado al calor de los viejos comunistas de la década de los
70.
Su posición ideológica me recuerda a Mundo Obrero y a los discursos de muchos de ellos en las asambleas
universitarias de aquella época, que algunos estudiantes muy jovencitos
comprábamos y nos creíamos. No ha evolucionado nada, salvo en la aplicación de
las técnicas de la mercadotecnia social. Una doctrina acuñada bajo el paraguas
del capitalismo que conforma un buen látigo contra “los poderosos”,
parafraseando al profesor Monedero, como le denominan alguno de sus seguidores.
Monedero no tuvo ningún pudor en referirse a la política y los
políticos del régimen del 78. ¿‘Manda’
huevos! Él, que abomina a los que hicieron posible el Estado del Bienestar, al mismo
tiempo hace bandera de la defensa genuina de las libertades y derechos que
alumbran la Constitución del 78. Pero, visto lo visto, suena todo a impostura.
La rueda de prensa convocada para explicar el affaire venezolano no ha disipado ninguna duda. No se ha ofrecido
ni contratos, ni contenidos del trabajo. Tan solo una factura elaborada por el
mismo. Las razones que se aducen para no explicar nada es el criterio de
confidencialidad que les exigen los gobiernos latinoamericanos con los que
tiene una estrecha relación. Quienes se presentan como garantes de la
transparencia practican todo menos la transparencia. El fraude fiscal
programado con la creación de una sociedad instrumental y la subcontratación de
trabajos completa este sainete.
Mientras tanto, una buena parte de la sociedad española parece seguir a
pies juntillas la estela de quienes se presentan ante el país como un partido
progresista y de futuro. La realidad es muy diferente. En menos de un año han
pasado de ser marxistas a socialdemócratas; de adalides de la transparencia a líderes
del oscurantismo; y de abrazarse a los principios del servicio público a servirse
a sí mismos. Ahora un contrato tiene el valor que quiera pagar el mercado, como
hace unos días argumentaba en su defensa uno de sus integrantes en uno de los
medios instrumentales de la derecha, en los que reciben protección y
apoyo.
En estas circunstancias, encontrar a Willy es difícil, y seguirle mucho
más. A nosotros nos resulta difícil localizar sus parámetros. Y él mismo no
sabe donde está. Bueno, sí. Va a lo suyo junto con sus colegas. Y para ello no
tienen ningún problema en echarle morro. ¡Qué no nos pase nada!
No hay comentarios:
Publicar un comentario