El PP de Castilla y León ha iniciado ya su campaña. Su periódico de
cabecera ha presentado al presidente Herrera como un seductor capaz de
conquistar lo perdido en 2011. La crónica oficial relata la arenga a los suyos
de ‘un conquistador y seductor de castellanos y leones’ ante el reto del 24-M.
Sorprende la visión del presidente de la Comunidad ante los futuros
comicios. Su propuesta para Castilla y León es clara: el PP tiene que volver a
ganar las elecciones y recuperar los votos que, según ellos, no han llegado a
las urnas. Sus propuestas van en clave de partido, como si el partido fuera un
fin en sí mismo, al margen de las necesidades e intereses de la región.
El decálogo de la doctrina popular en Castilla y León para ganar las
elecciones pasa primero por ‘ir a por
todas’, o lo que es lo mismo, vale todo. Con dinero público se puede engrasar
a los medios de comunicación o generar con la contratación pública votantes
cautivos, por ejemplo; segundo, ‘dar la
cara’, bajo la cultura de la “santa desvergüenza” que ya predicaba Escribá
de Balaguer; tercero, no utilizar el discurso de ‘viene el lobo’, porque el lobo ya está en la Junta; quinto, ‘dirigirse a los ciudadanos con argumentos, fuerza y balances’, por tanto mentir, pues
la inacción ha sido el común denominador de los gobiernos del PP en la Junta;
sexto, ‘dar todos los debates’, que
se identifica con la segunda clave; séptimo, ‘estar a pie de obra’, lo importante es estar, del resto ya se
encarga la propaganda institucional; octavo, ‘amor a Castilla y León’ que para eso practicamos un nacionalismo
rancio en la acción de Gobierno con deslealtad plena al Estado y subordinada al
poder ‘pepero’; noveno, ‘la estabilidad
somos nosotros’, o lo que es lo mismo después de nosotros el caos; y décima,
‘trabajar más’, o sea más
proselitismo utilizando los recursos institucionales bajo su control.
Parece mentira que Herrera tenga una dilatada experiencia de gobierno.
Él, que conoce bien la Comunidad, no necesita hacer un discurso vacuo para arengar
a sus correligionarios. El problema de la despoblación no parece tener cabida
en su agenda política, a pesar de la amenaza que representa para el futuro de
Castilla y León. La falta de desarrollo
industrial o el éxodo juvenil no parece que preocupen mucho al presidente. Y la
sanidad, la educación, la dependencia y las pensiones no han estado presentes
en este pistoletazo de salida del PP.
La seducción que espera su halagador cronista es la del fracaso. El
mismo que ha venido cosechando con su gestión año tras año al frente de la
Junta. Castilla y León necesita un proyecto político realista que dé respuesta
a sus grandes retos. Está claro que Herrera ni lo tiene ni se espera que lo
pueda tener. Lo mejor es que dedique su capacidad de seducción a otros
menesteres, y sus aduladores le acompañen a su retiro inmediato.
No hay comentarios:
Publicar un comentario