domingo, 4 de octubre de 2015

Descomposición



Esta última semana hemos conocido que el exvicepresidente del Gobierno en la etapa Aznar, y después presidente del Fondo Monetario Internacional y presidente de Bankia tras el beneplácito del actual presidente del PP y de España, el Sr. Rajoy, es un presunto comisionista. Todo indica que ha cobrado en comisiones 40.000 euros/mes durante dos años a través de sociedades interpuestas por la adjudicación de dos contratos de publicidad cuando era presidente de Bankia.

Que el que fuera vicepresidente del Gobierno de España, y a su vez ministro de Economía y Hacienda, esté bajo sospecha fundada y pueda terminar en la cárcel por delitos fiscales, blanqueo de capital y corrupción es algo que nos ha de hacer sonrojar a todos los españoles. ¡Qué vergüenza! ¡Qué imagen de país damos! Un insulto y descrédito para todos aquellos que nos dedicamos a la vida pública y entendemos la política como servicio público. Sin duda una bomba en la línea de flotación para la credibilidad de los políticos y del sistema. Una bocanada de aire fresco para el fomento de la radicalidad e impulso de las fuerzas políticas antisistema, que ofrecen esperanza para hoy y miseria para mañana.

El problema es de todos, pero en especial del PP. Rato ha sido y es un icono del PP. Aznar quiso nombrarle su sucesor. Y estuvo a punto de serlo. El caso Rato es la fiel proyección de la cultura política del PP y sus dirigentes no sólo desde la Transición hasta hoy, sino también de la derecha española del tardofranquismo y del desarrollismo de los 60 hasta nuestros días. Lo que en términos económicos se conoce como “logreros”.

Un caso que pone de manifiesto la descomposición política de un partido que está gobernando y ha gobernado a España, pero siempre  anteponiendo sus intereses a los del pueblo español e instrumentalizando el Gobierno en beneficio de sus grupos de interés, comenzando por el propio partido. Ahí está el caso Bárcenas, Merino, Naseiro, Zamora y Gúrtel; o el propio presidente Aznar, lanzando a su yerno Agap como el gran gurú de los lobys y finanzas internacionales que grandes beneficios les están reportando. Tampoco han tenido ningún escrúpulo en aplicar una generosa amnistía fiscal de la que se ha beneficiado entre otros el propio Rato. En definitiva, la corrupción parece ser endógena a la forma de entender y hacer política del PP.

Pero lo peor de todo es la pasividad ante el problema del partido con su presidente a la cabeza, que una vez más vuelve hacer el don Tancredo. Todos los partidos han tenido algún problema de corrupción, pero todos han movido ficha, con excepción del PP y CiU. Las últimas elecciones catalanas han puesto de manifiesto que el PP es un partido en descomposición y que su espacio está siendo ocupado por Ciudadanos a marchas forzadas, quien ya no se esconde de mostrar su claro perfil de fuerza política de derechas, como pudimos comprobar la noche de las elecciones catalanas. El caso Rato va a dar la puntilla definitiva al PP y a Rajoy. Nos quedan escasamente tres meses para comprobarlo. 




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