domingo, 1 de noviembre de 2015

El desafío catalán



La presentación de la resolución de Junts pel Sí y de la CUP en el parlamento catalán para iniciar el proceso independentista es un desafío en toda regla al Estado español. Un desafío de los nacionalistas catalanes, que no del pueblo catalán. Un  desafío que por sí mismo genera desconfianza y erosiona la cohesión y la convivencia no sólo en Cataluña, sino en toda España. Y está abocado a fracasar, pero no de forma inmune.

Mas y los Pujol han hecho mucho daño a Cataluña, y se lo siguen haciendo. En estos días que hemos conocido la trama de blanqueo de los Pujol. Resulta indignante cómo la burguesía catalana, con el presidente en funciones de CiU, al frente llevan a los catalanes a un callejón sin salida. No es que ya no puedan pagar los medicamentos que presta el Servicio Catalán de la Salud, o que la nefasta gestión de los nacionalistas de estos últimos años haya generado un deterioro notable de servicios esenciales en Cataluña. El problema va más allá. Se ha quebrado la convivencia entre catalanes, y la división del Consejo de Gobierno no es más que el presagio de todo lo que está sucediendo en esta Comunidad de España.

El problema no es únicamente catalán. Es una cuestión de Estado que afecta a todos los españoles. No sólo porque la soberanía reside en el pueblo español, sino también porque desacredita ante los mercados la imagen de nuestro país y lo convierte en una zona de inestabilidad y riesgo. Todo ello al final se traduce en menos riqueza, menos empleo y más pobreza o menos bienestar. Sobre todo en Cataluña, pero también en el resto de España.

El problema catalán se ha agravado ante la inacción de Rajoy y el PP durante estos cuatro últimos años. Lo han utilizado en beneficio propio, para presentarse ante el resto de los españoles, que no son catalanes, como únicos garantes de la unidad de España. Pero estos patriotas de pacotilla lo único que iban buscando era un puñado de votos, o el acceso al poder en el 96. Entonces, el Sr. Rato llegó a un acuerdo con CiU a cambio de la cesión fiscal y más autogobierno, para una vez obtenida la mayoría absoluta en la siguiente legislatura, denostar al pueblo catalán. Y más tarde impugnar su Estatuto ante el Tribunal Constitucional. Ese es el origen del problema.  El desprecio y utilización del pueblo catalán por parte de los populares.

Ahora, sólo hay una salida. Buscar un nuevo marco constitucional, que respetando la unidad de España permita recupera poco a poco la convivencia entre catalanes entre sí, y el resto de España.  Pero este proceso no lo puede conducir nunca el PP, ni Rajoy. No tiene la confianza de gran parte del pueblo catalán. Han practicado el frentismo y eso les invalida como interlocutores y para dirigir el proceso. Lo mismo que aquéllos que se trata de imponer como sea su voluntad sin  la búsqueda de un acuerdo constitucional.  

En la misma situación se coloca Podemos. Reconociendo el derecho a la autodeterminación de Cataluña está negando la legitimidad de todos los españoles para decidir su destino. 

Cataluña pide respeto y los españoles, también. La CUP no puede ser la solución.          





  

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