sábado, 7 de noviembre de 2015

Fiscalidad rural





Una fiscalidad diferenciada y progresiva para emprendedores y pobladores que se asienten en el medio rural es la única solución posible en una economía de mercado al problema de la despoblación en zonas deprimidas.

La despoblación del medio rural es el mayor problema político de carácter territorial de la agenda política española. Una amplia parte del territorio nacional se está quedando vacío. El éxodo progresivo de sus moradores hacía las ciudades o las cabeceras comarcales, ante la falta de recursos y servicios para llevar una vida digna, y el decrecimiento vegetativo como consecuencia de la muerte de los más mayores son las causas de este problema.  

El problema se sitúa en gran parte de la mitad Norte del país y en alguna otra zona de España. Sus efectos son demoledores: deterioro del medio ambiente, pérdida del patrimonio artístico e inmaterial y quiebra de las costumbres y tradiciones que de generación en generación se han transmitido formando parte del acervo cultural. 

La despoblación es un problema de Estado. España requiere un plan de acción contra la despoblación del medio rural que dé respuesta al problema y a la inacción durante años y años a este problema del Estado y de las Comunidades Autónomas.

Es preciso, con carácter urgente, una actuación transversal de Estado, de la Comunidad Autónoma y de las Administraciones locales para revitalizar las zonas afectadas. Para ello se deben catalogar con criterios técnicos las zonas deprimidas. En ellas el mercado no funciona y, por tanto, se han de establecer planes indicativos por parte de la Administración Autonómica afectada que seleccionen actividades y negocios que se adapten a la localización conforme a la naturaleza de la zona deprimida en la que puedan concurrir los mayores factores de éxito. A la vez que se dota de las infraestructuras suficientes para reactivar la zona deprimida y poder asentar población en sus polos de desarrollo.

En una economía de mercado, este planteamiento requiere que las administraciones afectadas y competentes inviten a empresas y a futuros moradores a establecerse en estas zonas deprimidas. Para ello se les han de conceder un marco fiscal diferenciado en relación al resto del Estado, que otorgue ventajas fiscales de forma progresiva en función del esfuerzo e implicación de la inversión empresarial con los objetivos marcados para dar respuesta al problema, así como ayudas y subvenciones en su caso a la actividad. Esta vía permitirá asentar nuevas actividades empresariales que garanticen su competitividad y la creación de empleo. 

La población que se asientan en las zonas deprimidas del medio rural requiere también, por una cuestión de justicia social, una fiscalidad diferenciada que permita compensar sus mayores gastos asociados a la falta de servicios en estas zonas, y sirvan de incentivo para su localización y contribución al mantenimiento del patrimonio natural, inmaterial y artístico.   






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