El desarrollo
económico y social de España en los últimos 40 años no se entiende sin el PSOE.
La socialdemocracia española ha jugado un papel esencial para la modernización
de nuestro país, pero en especial para la cohesión social y territorial. El
Estado del Bienestar y la conquista de nuevos derechos tienen nombre y
apellidos en nuestro país: Partido Socialista Obrero Español.
El PSOE no pasa por
su mejor momento. Su senda no es muy diferente a la de otros partidos
socialdemócratas de Europa, pero agravada por las consecuencias de la crisis
económica y su división interna de cara a cómo afrontar la gobernabilidad de
España después de casi 300 días sin Gobierno. Sin olvidar la presencia de un
nuevo partido de corte populista que, a pesar de tener un carácter pendular en
lo ideológico –tan pronto se declaran leninistas como socialdemócratas-,
intenta competir por su electorado y la hegemonía de la izquierda para dar así
respuesta a la vieja aspiración comunista: El
sorpasso. Una amenaza que ha condicionado en los últimos tiempos la acción
política del PSOE.
El PSOE necesita
recuperar cuanto antes las señas de identidad que le han permitido ser el
partido que más años ha gobernado este país en la última etapa democrática.
Para ello no se necesita dar miedo como pretenden otros, sino desarrollar un
proyecto político de país que permita crear riqueza y redistribuirla con
progresividad entre las personas y territorios que más lo necesitan. Garantizar
derechos y libertades. Reforzar la transparencia y la regeneración democrática
y contribuir a que España sea el gran país que siempre fue, buscando la armonía
y convivencia entre los diferentes pueblos que se integran en el Estado
español, respetando sus diferencias, pero adaptando el marco normativo a la
realidad de los tiempos, sin que ello suponga poner en peligro la unidad.
La socialdemocracia
hoy es más necesaria que nunca. Es la única herramienta real que tiene una
inmensa mayoría de la población para garantizar su progreso y bienestar. El PSOE
debe continuar siendo el partido moderado de centro izquierda que siempre
antepuso su vocación de servicio público y los intereses de país a los
intereses de partido. La aceptación
social será una consecuencia de las políticas. La sensatez de la mayor parte de
los españoles acaba penalizando a los filibusteros y a aquellos que envenenan la convivencia en beneficio
propio.
Unas terceras
elecciones representarían un gran fracaso democrático y una falta de respeto a
los electores. Contribuirían a incrementar aún más la desafección hacia la
política y el desprestigio de todos aquellos que en estos momentos desempeñamos
la que debiera ser una noble y respetada función. Ha pasado el tiempo de las
mayorías, al menos de momento. La mejor forma que tenemos de defender nuestro
programa y a los más desfavorecidos es permitir la gobernabilidad y condicionar
las políticas del Gobierno con los votos de nuestros diputados y senadores.
Hoy, más que nunca,
se necesita altura de miras para
pensar en clave de intereses de país y refundar y adaptar a los nuevos tiempos
el partido más importante por historia y hechos de los siglos XX y XXI en
España, el PSOE.
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