sábado, 22 de octubre de 2016

Salvar su alma



Ya en 1513 Nicolás de Maquiavelo nos dejó un maravilloso tratado Político, El Príncipe, plenamente vigente y aplicable a la realidad política española, en el que entre otras cosas se manifestaba: “El Príncipe ha de anteponer la salvación de su patria (añádase gente que sufre, trabajadores, personas sin recursos…) a la salvación de su alma”.  No es un ejemplo que cunda en una gran parte de los españoles. La realidad política española nos ilustra con situaciones muy distintas, pero el más notable en estos días es el que viene desarrollando el nuevo populismo autodenominado de izquierdas.

La vieja táctica comunista de propulsar la rebelión popular para que el conflicto social les sitúe en el centro de la vida política es una práctica deleznable. Utilizar los sentimientos de las personas y de los más débiles en beneficio propio, como hemos podido comprobar estos días en el CIE de Aluche, es una manifestación más de la política rancia e instrumental al servicio de los intereses de unos pocos, bajo el sustento de una ideología irreal que ve en la alimentación de la conflictividad social la oportunidad de un amanecer revolucionario con el que conquistar los cielos. 

El nuevo panorama político español hace que la fuerza política más reaccionaria del Parlamento vuelva a mostrar su auténtica cara: la agresividad, el desprecio a los españoles y la búsqueda de la degradación de las instituciones. Lo hemos visto en la última sesión parlamentaria, lo hemos podido comprobar en el último escrache de la Universidad Autónoma y lo constatamos en la secuencia programada y ordenada de las manifestaciones de sus líderes, en las que justifican todo tipo de actos que puedan inocular odio y temor en la sociedad española para desestabilizarla. La mano que mece la cuna sigue siendo la misma que aparece visiblemente en un video dirigiendo el escrache que en su día se hizo a Rosa Díez en la Facultad de Sociología de la Complutense.  

Los problemas internos del PSOE han vuelto a despertar en la nueva casta universitaria dirigente del populismo radical, y apartada del mundo real, la posibilidad de sustituir a la socialdemocracia española por el viejo sueño comunista. Una aspiración que viene desde la primera década del siglo XIX. Estos dirigentes no quieren hacerse cargo de ningún problema. Sólo quieren liderar protestas. Practican la antipolítica.

Ya se sabe que quien siembra vientos recoge tempestades. Cuando la acción política sólo busca la salvación del alma de quienes la practican, la frustración y el engaño pronto se hace presente en la sociedad. El asalto a los cielos se convierte día a día en una conquista del infierno. Algunos se acercan a él a una velocidad de vértigo. Es su lugar natural, pero esperemos que en su salida hacia adelante no arrastren durante muchos años a una gran parte de la sociedad española y perviertan sus valores.      


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