miércoles, 22 de marzo de 2017

Brecha femenina



No hace muchos días celebrábamos el Día Internacional de la Mujer. En esa jornada quedó de manifiesto la discriminación que sigue viviendo la mujer en el mundo actual en diferentes aspectos  de su quehacer diario. Se ha avanzado mucho desde que Clara Campoamor impulsara el sufragio universal femenino, ejercido por primera vez por las mujeres en las elecciones de 1933. Campoamor defendió los derechos femeninos y reclamó la responsabilidad de dar entrada a esa mitad de género humano en política. Una cuestión de dignidad y justicia en la que aún queda mucho recorrido en la igualdad de derechos.

Hoy, la mujer sigue cobrando 10,4 por ciento menos por cada hora trabajada respecto al hombre, a tenor de los datos publicados recientemente por el Instituto Nacional de Estadística (INE). En el caso de las trabajadoras segovianas, la brecha salarial asciende a 3.500 euros anuales para un salario medio de 17.000 euros, según los propios datos de la Agencia Tributaria. Una discriminación intolerable que mayoritariamente no se sustenta sobre bases objetivas. Responde en muchos casos a una dinámica de menosprecio de la mujer en el puesto de trabajo asentada sobre viejas culturas de corte decimonónico y aún no erradicadas del todo; en otros, al papel asumido por la mujer en la sociedad y en el ámbito familiar que le sitúa en una situación más vulnerable ante las exigencias empresariales.

El Congreso de los Diputados ha aprobado recientemente por unanimidad una moción para que el Gobierno elabore una Ley de Igualdad Transversal que acabe con esta brecha salarial que sufren las mujeres. Esta futura ley no puede ser testimonial, sino que debe apuntar acciones con este fin. No sirve con la igualdad legal, el Gobierno debe articular medidas para que la igualdad sea real. Sólo con medidas proactivas se podrá poner fin en el menor tiempo posible a esta discriminación que sufre la mujer y que no se sustenta en causas económicas, ni estructurales desde el punto de vista económico.

La brecha femenina se extiende a otras facetas. En el mercado laboral la discriminación de la mujer alcanza tanto a su participación en la actividad laboral como en el nivel de paro. En provincias como Segovia la tasa de actividad femenina es siete puntos inferior a la masculina; y la tasa de paro se sitúa casi cuatro puntos por encima del paro masculino. La tradición cultural española sobre el papel de la mujer en el mundo laboral arrastra a muchas féminas a asumir un papel principal en el sustento familiar y a su renuncia a buscar un puesto de trabajo en el mercado laboral. El problema se agrava por el menor atractivo que ofrecen unos salarios más bajos.

Las mujeres dedican mucho más tiempo también al cuidado del hogar y la familia. EL INE nos ha recordado esta última semana que por término medio el hombre dedica 3,46 horas menos que la mujer a estas labores. Es urgente impulsar medidas de conciliación laboral y familiar para romper esta brecha social, que han de ir acompañadas de una educación en la igualdad y en la corresponsabilidad familiar  en el desarrollo de las actividades domésticas.

Una de las mayores brechas entre hombres y mujeres afecta a las últimas etapas de su vida. Hay diferencias notables entre las pensiones entre géneros. En Europa la pensionista cobra, de media, un 38 por ciento menos de pensión. Esta situación se repite en todos los países que conforman la Unión Europea, incluida España. La igualdad de género no forma parte del presente laboral, pero tampoco del futuro en el contexto actual.

La brecha de género actual hace más necesaria que nunca la elaboración de una estrategia para combatir sus efectos y erradicar sus causas. Un problema que afecta a todos, hombres y mujeres, y cuya eliminación contribuirá a cuestionar más la sociedad y hacerla más justa.




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