El 22 dediciembre de 2007 a Segovia por segunda vez le tocó el “premio gordo” de la
lotería, pero en esta ocasión de otra manera. Ese día el presidente Zapatero,
junto con un amplio séquito, en el cual me encontraba como subdelegado del
Gobierno en Segovia, puso de largo, en un acto muy sencillo, celebrado tanto en
las estaciones de Segovia como Valladolid, a la alta velocidad entre Madrid,
Segovia y Valladolid, que comenzó a operar al día siguiente. La conexión de
Segovia a través de alta velocidad con el resto de España es una realidad que
ya quisieran haber contado otras ciudades de España con tanta premura como la
nuestra. Hoy, la mayor parte de las ciudades de nuestro país siguen aún fuera
de este proyecto. Una situación que conviene valorar. Segovia en esta ocasión
no perdió el tren, como en otras tantas muchas con otros proyectos de Estado.
En estos años
transcurridos los AVE y los Avant que circulan por la red, especialmente, han
contribuido al impulso del turismo y el asentamiento de población en nuestra
provincia. Los fines de semana, pero también con diferente intensidad el resto
de los días de la semana en función de la época del año, el turismo se acerca
desde Madrid y en menor medida Valladolid a conocer Segovia. La hostelería ha
sido la principal beneficiada por este turismo de aluvión que disfruta de
nuestra gastronomía y hace compras en el comercio; o asiste a los actos
culturales de la ciudad de Segovia. La estancia rara vez supera el día, pero
sin duda contribuye al mantenimiento de puestos de trabajo y a un mayor
dinamismo del sector servicios. La potencialidad que ofrece el tren a la ciudad
y a la provincia puede ser aún mayor, pero para ello es necesario ofrecer a
toda esta pléyade de viajeros que se acercan a conocer la ciudad y su entorno
algo más. Es una cuestión de oferta tanto pública como privada, y hasta el
momento la imaginación no ha brillado mucho.
La accesibilidad
que ofrece la alta velocidad a Madrid, en escasos 25 minutos, o a Valladolid,
en 35, ha permitido que muchos segovianos puedan vivir en Segovia y desplazarse
a diario a sus puestos de trabajo en estas ciudades con una enorme comodidad y
a un coste muy bajo, de lo contrario se verían obligados a vivir fuera, con el
consiguiente impacto económico y de bienestar para ellos. Bien es cierto, que
el viaje está subvencionado por el Estado y su tarifa no responde al coste
real. Además, la nueva red ha permitido la conexión de Segovia de forma directa
con toda España. Los Alvia cumplen un papel excelente. Desde Segovia no sólo se
puede ir a León en un tiempo de una hora, sino que existe conexión directa con
Galicia, Oviedo y Gijón, Bilbao, San Sebastián, Levante... Una conectividad que
ofrece enormes posibilidades a la promoción turística de la provincia, pero
también a la gestión para las transacciones comerciales. Desde hace 10 años se
sigue echando en falta programas de promoción turística en esas zonas de España
que hagan atractivo nuestro patrimonio, cultura y tradiciones para potenciar el
turismo rural hacia la provincia. La Junta y la Diputación tienen una
asignatura pendiente, en un trabajo conjunto con los ayuntamientos y
empresarios de cada comarca.
El AVE generó
unas enormes expectativas. De ahí que la sensación para muchos sea agridulce.
Nacido para Segovia en plena etapa de expansión del sector inmobiliario, hizo
que muchos tuvieran delirios de grandeza, fundamentando las expectativas de
crecimiento sobre bases inconsistentes. Se pensó que la presencia del AVE en la
ciudad llenaría de viviendas las zonas de Juarrillos, Prado Bonal, Hontoria...,
y que además esa expansión urbanística llegaría acompañada de la localización
de nuevas empresas tecnológicas. A veces, cuando a uno le narraban esos cuentos
con ojos vidriosos, no podía por menos de repasar mentalmente mis conocimientos
de economía y hacer cuentas en silencio sobre el diferencial que una segunda
vivienda en Segovia ofrecía sobre otra alternativa en Madrid, y calcular los
años de amortización. La crisis de los años posteriores cortó de forma drástica
estos delirios, que con crisis o sin crisis necesitan un trabajo muy bien
planificado y arduo para llegar a buen puerto.
Lo mejor, sin
duda, puede estar por llegar. La alta velocidad puede y debe ser una excelente
infraestructura para el desarrollo económico de Segovia, y en especial de la
ciudad y su zona periurbana. Pero para que el AVE cumpla un papel aún mayor en
la contribución al PIB es necesario un tejido industrial y un volumen de
población aún muy superior a la que disponemos. Por suerte tenemos AVE, que ya
lo quisieran otras muchas ciudades de nuestro país. El resto depende de
nosotros.
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