En estos momentos
se encuentra en periodo de exposición pública el ‘Plan Rector de Usos y Gestión
del Parque Nacional del Guadarrama’. Hemos tenido la oportunidad de conocer
estos días las conclusiones de unas jornadas organizadas por el PSOE en Segovia
en las que diferentes actores han expresado sus puntos de vista. Casi todas
ellas van orientadas a preservar los usos y aprovechamientos tradicionales, a
dotar de más recursos a los ayuntamientos para que puedan gestionar el
territorio protegido, a incrementar las inversiones para mejorar las
infraestructuras y los servicios del Parque y a la búsqueda de empleo. Y
siempre con el objetivo de la conservación natural del parque. Desde mi punto
de vista, muy acertadas. El problema es cómo solventar la cuadratura del
círculo.
La declaración de
la Sierra del Guadarrama como Parque Nacional se produjo en 2013 mediante una ley
gestada en los tiempos de la abrumadora mayoría del PP. Todos aquellos que
conocemos y disfrutamos cotidianamente de la sierra, tanto en la parte
segoviana como en la madrileña, somos conscientes de la necesidad de una figura
de protección para legar este maravilloso espacio natural a futuras
generaciones. Pero también de la necesidad de mantener la forma de vida de los
modos tradicionales, como la ganadería, la explotación y aprovechamiento forestal,
la micología, la caza o la pesca... De ello éramos plenamente conscientes los
ponentes de la ley, tanto en el Congreso como en el Senado, al menos en el
Grupo Socialista, me consta. Una tarea nada fácil dado el espíritu y el alcance
jurídico que regía la regulación de la Red de Parques Nacionales españoles, de
lo cual era plenamente conocedor el Gobierno del PP.
El Proyecto
inicial que presentó el Gobierno restringía la zona protegida a las cumbres -de
hecho el título del proyecto de ley recogía esa denominación-. Se trataba más
de un gesto para proporcionar el rango natural que se merece la Sierra del
Guadarrama y de ir avanzando en este espacio en la cultura y desarrollo de las
figuras de protección ambiental, que de un auténtico proyecto integral de
protección. La propuesta tenía importantes limitaciones de alcance. Dejaba
desprotegidos y expuestos a la presión urbanística las laderas de la sierra o valiosas
dehesas del piedemonte, en especial la parte madrileña. Contemplaba una delimitación
fragmentada y discreta que no garantiza la continuidad de los ecosistemas. A
este problema se unió la falta de sensibilidad ante las alegaciones presentadas
y la quiebra del pacto con los ayuntamientos, una vez que el ministro optó por
hacer guiños a los grupos ecologistas y a otros grupos de presión.
El Grupo
Parlamentario Popular incluyó en la fase de ponencia un enmienda que adicionaba
al parque las 2.880 ha. de Montes de Valsaín. Y lo hizo de forma unilateral, como
nos trasladó una de las ponentes del PP: “Esto son lentejas...”. No hubo la
posibilidad de discutir la oportunidad de dicha incorporación, ni las ventajas
e inconvenientes que tendría la declaración de esa zona periférica del parque como
‘zona de especial protección’. Un área de gran actividad que, gracias a la
compatibilidad de la naturaleza con las actividades y usos tradicionalesdesarrollados en esta zona desde siempre, se ha convertido en un excelente
espacio natural mantenido y conservado. Son muchos los pobladores que en Montes
de Valsaín viven de la madera, de la ganadería, del ocio, o practican la caza y
la pesca. Actividades muchas incompatibles con la normativa general de parques
y con la filosofía que preside su gestión. En este caso el grupo mayoritario,
que además disponía de mayoría absoluta, optó por imponer su criterio y dar
respuesta a determinados grupos de interés. No aceptó si una sola enmienda.
La solución
adoptada ha creado y puede generar no pocos problemas. Tensiones con los
cazadores, deportistas, ganaderos... Se pueden buscar soluciones para aliviar
el problema, como las propuestas planteadas en las últimas jornadas, pero lo
más acertado hubiese sido rectificar y buscar un nuevo marco normativo que
atempere los problemas existentes y devuelva a Montes de Valsaín su anterior
estatus, que tan buenos resultados medioambientales y de conservación ha
proporcionado. La aprobación en 2015 de la Ley de Parque Naturales fue una
excelente oportunidad para ello. No será porque algunos no lo advertimos, pero
una vez más el PP se negó a ello. Nunca es tarde.
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