sábado, 5 de enero de 2019

Hacia un futuro incierto y turbulento


El psicólogo y científico americano Steven Pinker en su obra “En defensa de la Ilustración” hace referencia a la entropía o desorden como piedra angular en la comprensión de la condición humana. Y afirma, apoyándose en ese concepto, que “el curso natural de los acontecimientos hace que existan muchas más formas de que las cosas vayan mal que de que vayan bien”. La política española no es ajena a este principio. Hoy, son muchos los temas críticos que conforman la agenda política española con posiciones contrapuestas: el problema catalán, el presupuesto, la generación de empleo de calidad, el modelo económico, la despoblación, la suficiencia y sostenibilidad del sistema de pensiones, entre otros. 2019 no se presenta fácil. El horizonte se otea con incertidumbre en el ámbito político, y nos presenta un futuro incierto y aparentemente turbulento.



2019 es un año con una fuerte intensidad electoral. A las elecciones ya programadas para mayo se pueden sumar las elecciones generales, bien en esa fecha o en otro momento del año en función de los acontecimientos políticos. Con el actual escenario político es imposible predecir quién las ganará, más cuando los actuales estudios demoscópicos dan un empate técnico no sólo entre los grandes partidos, sino incluso entre los diferentes grupos políticos de diferentes tendencias que configuran el panorama político español. Lo que sí se constata es un cierto hastío de una gran parte de la ciudadanía hacía la política y los políticos, al considerar que su acción y sus intereses no convergen con los suyos. Ésta es posiblemente la causa del aumento de la abstención, que podría llegar hasta cinco puntos con respecto a las últimas elecciones, y que penaliza fundamentalmente al PSOE y al PP. Las elecciones andaluzas marcaran tendencias en el futuro. VOX, día a día, va restando intención de voto al PP. No sólo le impedirá encabezar el ránking electoral sino que incluso le desplazará a un tercer puesto electoral en el ámbito nacional. El original siempre es preferible a la fotocopia. El PSOE mantiene su nivel del electorado, pero su desgaste y contradicciones de gobierno le delimitan un techo que será difícil incrementar con votos procedentes de la izquierda más radical, cuya vocación permanente de oposición les arrastra a los niveles en los que siempre estuvo IU. Y, por último, Cs es la gran incógnita. A pesar de su contradicción permanente aguanta y sigue recibiendo votos de todo el arco político. Va a ser el gran competidor del PSOE. Otra cuestión son las alianzas de gobierno, cuyas expectativas cambiarán a lo largo del tiempo en función de los acontecimientos políticos, en especial los ligados al desenlace de los presupuestos generales del Estado para 2019, la evolución del problema catalán y los resultados del súper domingo de mayo.

La agenda política española vendrá marcada en los próximos meses por la tramitación de los presupuestos generales del Estado (PGE) en el Congreso, que entrarán en la cámara a finales de enero o principios de febrero. Su aprobación o rechazo está ligado inexorablemente al problema catalán. En el ánimo de casi todos los diputados que en su día apoyaron la moción de censura está apoyarlos, al menos así se constata en el clima de la cámara, otra cuestión es la escenificación política, en especial la que impone la dirección del PDeCat a la mayoría de sus diputados y su arrastre sobre los de ERC. Si los PGE no prosperan el Gobierno y el PSOE se encontrarán ante una situación de máxima dificultad, pero los grupos independentistas catalanes también. Se quedarán sin vía de escape para salir del atolladero en el que se han metido y más pronto que tarde verán recortado su capacidad de autogobierno autonómico, y la comprensión y apoyo de Europa, al haber agotado las vías de diálogo. La proximidad de las elecciones locales, autonómicas y europeas recogería los efectos de este desacuerdo. Mucho más si estas se hacen coincidir con las generales, e incluso si se desplazan al otoño, salvo que se busque otro escenario político alternativo que cuente con el respaldo mayoritario de la sociedad española.

La aprobación de los presupuestos en los primeros cuatro meses del año es el mejor escenario político para situar en la agenda política española los auténticos problemas que preocupan a los ciudadanos. No sólo permitirán encauzar y marcar una hoja de ruta a la cuestión catalana, sino que permitiría desarrollar un programa reformista y social para dar respuesta a los problemas de los grupos sociales más desfavorecidos que aún colean a raíz de la crisis y abordar las reformas estructurales que tiene pendiente el Estado español desde hace tiempo. El Gobierno tiene ante sí un gran reto que requiere enormes reformas. Para alcanzar este objetivo sería deseable contar con un amplio acuerdo parlamentario, más cuando las perspectivas económicas de momento pintan bien, y nos dan mejores perspectivas que a la media de los países europeos. Unas cuentas públicas consistentes pueden marcar un nuevo escenario político frente al superdomingo y limitar el efecto andaluz, a la vez que despejar el horizonte electoral de las generales a la primavera de 2020, ganando tiempo para gestionar e iniciar el proyecto político reformista que necesita España. De lo contrario, todo quedará a merced de la decisión del presidente que es quien tiene la capacidad de abrir un nuevo periodo político. El segundo principio de la Termodinámica nos dice que la entropía siempre crece, pero nosotros podemos apostillar con la experiencia que se puede gestionar para disminuir la incertidumbre del futuro.




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