El psicólogo y
científico americano Steven Pinker en su obra “En defensa de la Ilustración”
hace referencia a la entropía o desorden como piedra angular en la comprensión
de la condición humana. Y afirma, apoyándose en ese concepto, que “el curso
natural de los acontecimientos hace que existan muchas más formas de que las
cosas vayan mal que de que vayan bien”. La política española no es ajena a este
principio. Hoy, son muchos los temas críticos que conforman la agenda política
española con posiciones contrapuestas: el problema catalán, el presupuesto, la
generación de empleo de calidad, el modelo económico, la despoblación, la
suficiencia y sostenibilidad del sistema de pensiones, entre otros. 2019 no se
presenta fácil. El horizonte se otea con incertidumbre en el ámbito político, y
nos presenta un futuro incierto y aparentemente turbulento.
2019 es un año
con una fuerte intensidad electoral. A las elecciones ya programadas para mayo
se pueden sumar las elecciones generales, bien en esa fecha o en otro momento
del año en función de los acontecimientos políticos. Con el actual escenario
político es imposible predecir quién las ganará, más cuando los actuales
estudios demoscópicos dan un empate técnico no sólo entre los grandes partidos,
sino incluso entre los diferentes grupos políticos de diferentes tendencias que
configuran el panorama político español. Lo que sí se constata es un cierto
hastío de una gran parte de la ciudadanía hacía la política y los políticos, al
considerar que su acción y sus intereses no convergen con los suyos. Ésta es
posiblemente la causa del aumento de la abstención, que podría llegar hasta
cinco puntos con respecto a las últimas elecciones, y que penaliza
fundamentalmente al PSOE y al PP. Las elecciones andaluzas marcaran tendencias
en el futuro. VOX, día a día, va restando intención de voto al PP. No sólo le
impedirá encabezar el ránking electoral sino que incluso le desplazará a un
tercer puesto electoral en el ámbito nacional. El original siempre es
preferible a la fotocopia. El PSOE mantiene su nivel del electorado, pero su
desgaste y contradicciones de gobierno le delimitan un techo que será difícil
incrementar con votos procedentes de la izquierda más radical, cuya vocación
permanente de oposición les arrastra a los niveles en los que siempre estuvo
IU. Y, por último, Cs es la gran incógnita. A pesar de su contradicción
permanente aguanta y sigue recibiendo votos de todo el arco político. Va a ser
el gran competidor del PSOE. Otra cuestión son las alianzas de gobierno, cuyas
expectativas cambiarán a lo largo del tiempo en función de los acontecimientos
políticos, en especial los ligados al desenlace de los presupuestos generales
del Estado para 2019, la evolución del problema catalán y los resultados del
súper domingo de mayo.
La agenda
política española vendrá marcada en los próximos meses por la tramitación de
los presupuestos generales del Estado (PGE) en el Congreso, que entrarán en la
cámara a finales de enero o principios de febrero. Su aprobación o rechazo está
ligado inexorablemente al problema catalán. En el ánimo de casi todos los
diputados que en su día apoyaron la moción de censura está apoyarlos, al menos
así se constata en el clima de la cámara, otra cuestión es la escenificación
política, en especial la que impone la dirección del PDeCat a la mayoría de sus
diputados y su arrastre sobre los de ERC. Si los PGE no prosperan el Gobierno y
el PSOE se encontrarán ante una situación de máxima dificultad, pero los grupos
independentistas catalanes también. Se quedarán sin vía de escape para salir
del atolladero en el que se han metido y más pronto que tarde verán recortado
su capacidad de autogobierno autonómico, y la comprensión y apoyo de Europa, al
haber agotado las vías de diálogo. La proximidad de las elecciones locales,
autonómicas y europeas recogería los efectos de este desacuerdo. Mucho más si
estas se hacen coincidir con las generales, e incluso si se desplazan al otoño,
salvo que se busque otro escenario político alternativo que cuente con el
respaldo mayoritario de la sociedad española.
La aprobación de
los presupuestos en los primeros cuatro meses del año es el mejor escenario
político para situar en la agenda política española los auténticos problemas
que preocupan a los ciudadanos. No sólo permitirán encauzar y marcar una hoja
de ruta a la cuestión catalana, sino que permitiría desarrollar un programa
reformista y social para dar respuesta a los problemas de los grupos sociales
más desfavorecidos que aún colean a raíz de la crisis y abordar las reformas
estructurales que tiene pendiente el Estado español desde hace tiempo. El
Gobierno tiene ante sí un gran reto que requiere enormes reformas. Para
alcanzar este objetivo sería deseable contar con un amplio acuerdo parlamentario,
más cuando las perspectivas económicas de momento pintan bien, y nos dan
mejores perspectivas que a la media de los países europeos. Unas cuentas
públicas consistentes pueden marcar un nuevo escenario político frente al
superdomingo y limitar el efecto andaluz, a la vez que despejar el horizonte
electoral de las generales a la primavera de 2020, ganando tiempo para
gestionar e iniciar el proyecto político reformista que necesita España. De lo
contrario, todo quedará a merced de la decisión del presidente que es quien
tiene la capacidad de abrir un nuevo periodo político. El segundo principio de
la Termodinámica nos dice que la entropía siempre crece, pero nosotros podemos
apostillar con la experiencia que se puede gestionar para disminuir la incertidumbre
del futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario