En su comparecencia ante el Congreso de los Diputados para exponer las medidas a adoptar frente a la crisis, el presidente del Gobierno justificó su actuación en la ‘herencia recibida’. Lo hizo de una forma tímida, pero lo hizo. La ministra de Trabajo, la sra. Báñez, sin embargo, fue mucho más explícita en el congreso de su partido en Andalucía. Otros ministros, como el de Hacienda, no se recatan en admitir que las medidas aprobadas responden a una imposición de Bruselas, el BCE y el FMI. Nada nuevo. Toda esta parafernalia forma parte de la estrategia mediática del PP. Una estrategia que viene de lejos. El PP demonizó a los socialistas en la oposición y, en el gobierno, les hace culpables de todo lo que ocurre al país.
Su arma letal, hasta el momento, ha sido la comunicación. Para ello cuentan con una pléyade de medios de comunicación amigos, o subsidiados, gracias al amplio poder institucional del que gozan y a la complicidad de la crisis. Un mensaje reiterado puede llegar a ser creído, aunque no sea verosímil y no se ajuste a la realidad.
La ‘herencia recibida’ es el resultado del devenir histórico de nuestra economía y su estructura. España lleva viviendo desde finales de los 80 en un espejismo en el que además se han acentuado más sus desequilibrios estructurales históricos con todos los gobiernos desde la Transición. Esto no ha impedido que la economía alcanzase enormes cotas de crecimiento y empleo –las mayores en la época de Zapatero-. Los gobiernos se han movido con políticas inerciales y no han sabido hacer frente a los grandes retos estructurales.
La necesidad de incentivar el consumo para generar empleo y mantener el nivel de vida ha llevado a las familias españolas a un alto nivel de endeudamiento. Muy acentuado con la burbuja inmobiliaria, a raíz del proceso de liberalización del suelo que puso en marcha el gobierno de Aznar. Es un proceso de difícil reversión, del que se derivaban enormes beneficios a corto plazo aprovechados por todos los gobiernos; pero también graves problemas a más largo plazo, como estamos comprobando. El sistema financiero ha contribuido a diseminar y profundizar en el problema financiero de las familias y las empresas. El espejismo nos llevó a disfrutar de hasta 275.000 millones de euros de financiación externa con carácter anual en el momento de las “vacas gordas”. La crisis financiera internacional nos privó de esa financiación y con ello se estranguló nuestra economía con todas las consecuencias que conocemos.
Las finanzas públicas no han ido mejor. El espejismo económico llevó a los distintos gobiernos a no deparar en la sostenibilidad a largo plazo de la puesta en marcha de importantes inversiones en infraestructuras y políticas de corte social avanzado, ya experimentadas en los países nórdicos, que, sin duda, nos proporcionaban altas cotas de bienestar y cohesión social y territorial. Unos gastos estructurales que no se correspondían con el nivel estructural de ingresos en la hipótesis más desfavorable, como estamos comprobando.
La economía española nunca ha gozado de una buena salud en lo que a competitividad y productividad se refiere. Nuestras empresas han sido escasas y poco diversificadas, tanto funcional como territorialmente. El tejido industrial es muy débil y amplias zonas de nuestro país están muy deprimidas, concentrándose la mayor parte de la riqueza en el corredor del Mediterráneo y Madrid. Todo es consecuencia del devenir histórico de España en el último siglo. La vieja Hispania sigue el patrón mediterráneo en materia de negocios. Nos faltan ideas, empresarios e iniciativas. Una cuestión vital para tirar de la economía y crear empleo. Y esto no se crea de la noche a la mañana.
Esta es la `herencia recibida’. Los actuales gobernantes se pueden hacer trampas en el solitario, pero servirá de poco, salvo para engañar al país e intentar colocar la pelota en el tejado de otros, como están haciendo. Los españoles, antes o después, exigirán responsabilidades. El pueblo ha dado al PP la alta responsabilidad de gobernar después de las elecciones del 20 N pasado. La situación es muy difícil. Hoy más que nunca se requiere unidad de acción entorno a un gran Pacto de Estado entre las diferentes formaciones políticas con vocación de gobierno, donde no caben los populistas ni los oportunistas.
Legitimar medidas como las que acaba de tomar el Gobierno del PP requiere la puesta en común y el acuerdo de las diferentes fuerzas políticas que configuran el arco parlamentario y el tejido social y económico. No es el momento de hacer ajustes ideológicos aprovechando la crisis. No es el momento de debilitar las estructuras de participación y control del Estado. No es el momento de debilitar la democracia ni demonizar a las organizaciones sindicales.
Es el momento de la responsabilidad. Es el momento del respeto al pueblo español. Es el momento de dar la cara y ejercer liderazgo de País. Es el momento de explicar la ‘herencia recibida’, que es la que todos los españoles nos hemos dado a nosotros mismos en la última centuria. Instrumentalizarla en beneficio propio en este momento es hasta de mal gusto y representa un signo de debilidad y de desconfianza en la propia gestión.
1 comentario:
juan luis, el que avisa no es traidor, lo digo desde el cariño a tu partido y como votante.
el nombramiento de ramses y de otra trabajadora en la segoviana es ilegal, si que hay incompatibilidad, y el concejal de deportes se equivoca del todo, seria un escandalo que alguien lo denunciara.
por otro lado, la presencia de peñalosa en las comisiones de gobierno es ilegal, y espero que nadie se de cuenta de ello, podria declararse nulos todos los acuerdos de la comision de gobierno de segovia.
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