Tuve la posibilidad de asistir, no hace mucho
tiempo, a una jornada sobre “Tecnología Informática” organizada por el Centro
Segoviano en Madrid. En una de sus sesiones la conversación de dos personas fue
grabada, sin que lo supieran, mediante el acceso remoto al teléfono de uno ellos, que hacía las veces de receptor. ¿Se
imaginan ustedes que en algún momento de
su vida puedan ser grabados sin su consentimiento? Me imagino que no. La
realidad es muy distinta. Lo estamos viendo estos días con las escuchas a la
ministra de Justicia en 2009, cuando era una fiscal, y otras manifestaciones políticas de las
últimas jornadas. Se están quebrando día a día las “reglas del juego democrático". En el mundo de la
política hay actores encubiertos que atacan a la democracia y apuestan por la
extorsión, despreciando los derechos y libertades de los españoles para
poner en jaque al Estado.
El escenario político se ha convertido en un campo
de batalla en el que todo vale. La agenda política en muchos casos se mueve al
margen de los auténticos intereses de los españoles. La cuestión es erosionar
al contrario como sea. Prueba de ello han sido los palos en la rueda que los
grupos minoritarios conservadores están poniendo en la Mesa del Congreso para bloquear
el presupuesto del Estado. Bajo el paraguas de “invocación de la legalidad” se instrumentaliza
ésta para la búsqueda de sus intereses espurios, al margen de la mayoría
absoluta de la cámara. Quienes hace apenas cuatro meses invocaban el interés de
España para su acción de gobierno, hoy no tienen ningún problema en apostar por
el “cuanto peor mejor”. Sólo basta recordar aquella famosa frase del anterior
ministro de Hacienda cuando estaba en la oposición, cuando dijo: “que se hunda
España, que ya llegaremos nosotros para levantarla”. Hemos vuelto a lo mismo.
Está claro que lo único que les interesa es el poder. Y para eso no dudan en
romper las reglas de juego democrático.
La extorsión al Estado cuenta estos días con la
contribución de una nueva publicación digital que se ha convertido en portavoz
de uno de los mayores representantes de las cloacas de nuestro país. Es una
vuelta al pasado. Se trata de deslegitimar al Gobierno para acabar con esta
nueva etapa. Ya en su día un infausto espía del CESID -hoy CNI- se alió en su
acción delictiva con políticos de derechas, de la izquierda radical, algún
empresario de moda que después penó su “buen hacer” durante un largo tiempo en
la cárcel, y los periodistas del denominado “Sindicato del Crimen”. El
objetivo era echar a Felipe González como fuese, como después reconoció el que
fuera en aquel momento director de ABC. Ahora todo indica que el planteamiento
es similar. La nueva web cuenta con el concurso de periodistas cuya trayectoria
es significativa de como entieneden y practican el periodismo. Pronto podremos
identificar, por sus hechos, su alineación política y su contribución a la
causa común que justifica su nacimiento apenas hace unos días. Una iniciativa
similar se reprodujo en Segovia en 2006 bajo el impulso de un exdiputado
popular -hoy investigado- y algunos empresarios amigos que pululaban en torno a
él en la búsqueda del favor. Por suerte para los segovianos este proyecto
fracasó rápidamente por su inconsistencia y perversión.
España
no puede estar a merced de la extorsión de presuntos delincuentes. “La agenda
política no la puede marcar un corrupto”, como ha dicho el presidente del
Gobierno. No puede imperar un estilo de hacer política al margen de lo que
necesita el país en una sociedad abierta y democrática como es la española. Las
diferentes formaciones políticas representativas de nuestro país no pueden
alinearse de forma tácita, gobierne quien gobierne, con quienes sin ningún
prejuicio chantajean al Estado. De la misma manera que la política no consiste
en obstaculizar la acción de gobierno a quien ejerce el poder, gobierne quien
gobierne. No se puede tener un sentido patrimonial del poder y del Estado. Y
menos identificarse con el estilo más rancio de practicar la política que
durante años han venido ejerciendo quienes fueron desalojados del gobierno por
una mayoría parlamentaria. Esta distorsión la aprecian los ciudadanos y las
encuestas ponen de manifiesto su adhesión al respeto de las “reglas del juego”.
En caso de persistir la adhesión será mayor, como podremos apreciar en unos
futuros comicios.
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