El Gobierno ha
presentado los Presupuestos Generales del Estado para 2017. Unos presupuestos
de transición y cuya vigencia, en el mejor de los casos, se extenderá a los
últimos seis meses del año. Dan a su vez continuidad a los ya prorrogados de
2016, salvo en lo referente a ingresos que, a pesar de no haberse producido
grandes cambios en las condiciones sustantivas para la generación de riqueza,
los triplica. No es la primera vez que el ministro de Hacienda hace cábalas
y proyecta su imaginación en la
ingeniería financiera.
El cuadro
macroeconómico que ha servido de base para la elaboración de las cuentas
públicas establece un compromiso con los objetivos de estabilidad exigidos por
la Unión Europea. El cumplimiento del déficit público, situado en el 3,1 por
ciento, y del techo de gasto, con 5.000 millones menos que lo asignado en 2016
-118.337millones en 2017-, establecen una limitación importante para el
desarrollo de la política social y de inversiones. La amenaza de una disolución
anticipada de las Cortes fue lo que forzó un apoyo mayoritario directo o
indirecto del inicio de la tramitación presupuestaria. La cuestión reside en si
era posible alguna otra alternativa consistente. Se dio así una carga de
confianza al Gobierno que tendremos que comprobar si se materializa
mayoritariamente en la tramitación parlamentaria.
Los presupuestos
pintan un ajuste del déficit que plantea no pocas dudas. Han aumentado los
ingresos tributarios con respecto al ejercicio anterior en 14.700 millones de
euros, el triple. Un aumento fiscal, a pesar de que el crecimiento de la
economía es menor, del 2,5 por ciento. Un error que repite de nuevo el Gobierno
y que ya nos llevó en 2012 al rescate. El Gobierno prevé para 2017 un
incremento del PIB nominal y de la demanda interna. Confía en que el incremento
de los precios ayude a recaudar más, en especial el IRPF y el IVA. A lo que une
el aumento de actividad y de las rentas de los hogares, junto con la subida del
impuesto de sociedades. Si el Gobierno presentase unas previsiones realistas de
ingresos tendría que aplicar nuevos recortes de gasto. Los apoyos serían
imposibles. Claro que hay quien prefiere cerrar los ojos ante un escenario que
asoma al abismo.
Las inversiones
previstas en 2017 conllevan un recorte del 21,2 por ciento. El Estado tiene
previsto gastar 7.540 millones de euros. Aun así la inversión en obra pública,
en caso de ejecutarse, aumentará si se compara con lo ejecutado en 2016. Un
ejercicio en el que las actuaciones se vieron mermadas por el acuerdo de no
disponibilidad a partir de verano. La carretera volverá a ser la cenicienta en
detrimento de los corredores de alta velocidad iniciados y de las cercanías. A
nivel territorial los proyectos de inversión se irán estirando año tras año,
con el desgaste de credibilidad para el partido del Gobierno que ello
significa. Pero de donde no hay no se puede sacar, salvo que se intente tapar
la realidad con mentiras y demagogia como conocemos muy bien desde cada una de
las provincias.
Los presupuestos
congelan las pensiones a nueve millones de españoles y con ellos se garantiza
con certeza absoluta la pérdida de poder adquisitivo. Con una inflación
interanual del 3 por ciento en el momento actual, y una revalorización del 0,25
por ciento, los pensionistas españoles, junto con la pérdida de poder
adquisitivo de los empleados públicos, cuyos salarios subirán un uno por
ciento, son otra vez los grandes paganos de estos presupuestos. El gasto
complementario en educación y sanidad sigue el mismo sendero. La dotación para
dependencia y becas son prácticamente testimoniales. Está claro que las cuentas
para 2017 no devolverán a las familias, a los trabajadores y a la clase media
el esfuerzo que han realizado para salir de la crisis.
Unos presupuestos
difíciles de cuadrar. Mucho más si para quien es su promotor busca con ellos
salir del paso ante un escenario político endiablado que pudiera llevarnos a
unas nuevas elecciones de resultado incierto. Difícil lo tiene el Gobierno;
pero también la oposición de verdad, la que crea y no destruye. La cuadratura
del círculo no existe.
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