Un año más pasó. Fue el año de las elecciones generales, cuyo resultado mantiene aún una gobernabilidad incierta. Algunos lo
despediremos corriendo una vez más la popular carrera “San Silvestre
segoviana”. Una fiesta repleta de alegría y en la que el deporte hace de
encuentro para disfrutar de la singular belleza de la ciudad de Segovia el día
31, a la vez que saludar a los múltiples amigos que participan y disfrutar del
calor del recorrido con los vítores y aplausos de los segovianos que salen a
las calles.
No ha sido un año fácil el 2015. En el “tren de la vida”
cada año se suceden acontecimientos que aparecen y desaparecen de la agenda política
lo largo del tiempo, al igual que las personas. Este año no ha sido diferente
en ese aspecto. Comenzó el año con los atentados yihadistas de París. Todos
gritamos al unísono J´aussi suis Charlie;
nunca imaginábamos que la réplica se iba a producir en noviembre para gritar Nous avons tous à Paris. Un problema que
hace más necesario que nunca la Alianza de las Civilizaciones para mirar al
futuro.
El comisario Draghi trajo una vez más la esperanza con
su QE, fabricación masiva de billetes por parte del Banco Central Europeo (BCE)
para compra bonos del Estado y Corporativos -60.000 millones de euros mensuales
entre marzo de 2015 y septiembre 2016-. El viento de cola le soplaba una vez
más a Rajoy, quien dio a partir de marzo su política un importante giro hacia
posiciones de oportunismo electoral, tanto en política económica, como en
justicia, infraestructuras e incluso un control aún más férreo de la radio
televisión pública. Todo vale para permanecer en el poder. Los hechos del
Gobierno lo ponen de manifiesto.
La corrupción en 2015 ha formado parte de la seña de
identidad del partido del Gobierno. A Rato se le acusó de cobrar comisiones. Trillo
y Martínez Poujalte utilizaron su posición institucional en la mediación con el
cobro de comisiones, bajo el paraguas de la compatibilidad parlamentaria.
Después con el mismo negocio salió Gómez de la Serna. Y los que quedan por
salir.
La necesaria regeneración democrática del PP no ha
sido obstáculo para que tanto en las elecciones municipales, autonómicas como
generales haya sido el partido más votado en España. Bien es cierto que ha
mermado considerablemente sus resultados, con la pérdida de importantes
bastiones, pero siguen en el machito. En provincias como Segovia, a pesar de
llevar una persona en lista denunciada por sus propios compañeros, han subido
en votos con respecto a las autonómicas. ¡Ya bajará el souflé!
La situación económica ha mejorado tímidamente, como
consecuencia de los vientos de cola de este último año, pero no ha impedido que
los salarios caigan una media de un 7 por ciento, baje la población activa y el
nivel de ocupados. El paro ha mejorado un poquito, pero se ha precarizado el
empleo. Abundan los contratos temporales y a tiempo parcial. En definitiva, no
se ha dado el impulso que a todos nos hubiese gustado. En materia social, un
año más nos hemos encontrado con recortes y deterioro de los servicios sociales
ya asistenciales.
Cataluña ha vuelto a ser el gran problema político del
año. El esperpento catalán es el reflejo de la inconsistencia del conductor del
proceso. Las elecciones generales lo han complicado aún más. Esperemos que impere el sentido común. Y el
problema baje del tren.
FELIZ AÑO NUEVO 2016.