domingo, 6 de diciembre de 2015

La Constitución del Bienestar

El 6 de diciembre del 78 ejercí por primera vez en mi vida el derecho democrático al voto en el referéndum de la Constitución –CE-. Voté Sí, no sin antes haberla leído y requeteleído. Tenía como referente normativo vigente y equivalente, si así se le puede considerar, las denominadas “Leyes Fundamentales del Reino”, como las denominó la Dictadura. Dos años antes me tuve que examinar de ellas en la reválida de sexto. Las conocía bien. La CE abría un nuevo escenario político repleto de luz democrática y esperanza. Otra cuestión diferente podía ser su desarrollo y devenir.

37 años después puedo afirmar con plena rotundidad que estos años trascurridos han sido los de mayor esplendor y bienestar de la historia de España. Se han garantizado los derechos y libertades; los fundamentos del Estado social; la participación democrática en la toma de decisiones; el desarrollo de una profunda descentralización política a partir del reconocimiento de la diversidad; la convivencia en armonía y el incremento del bienestar de los españoles.

Los españoles podemos sentirnos orgullosos de nuestra Constitución del 78. Nunca una constitución fue tan longeva en nuestro país y dio tantos frutos. 

La Constitución envejece y pone de manifiesto algunas debilidades. Hay que tener en cuenta que marcó el tránsito entre la Dictadura y el actual marco democrático. El consenso no fue fácil. Y muchas materias quedaron inconclusas o con una ambigüedad calculada para limar los problemas insalvables. Es el caso de la concreción en las competencias territoriales o de la financiación, que han sido motivo de tensión durante estos años.

Hoy, la sociedad española de 2015 es muy diferente a la de 1978. Es más culta, está más preparada y mucho más exigente y participativa. En estos años nos hemos integrado en la Unión europea lo que ha afectado de una manera directa a nuestra acción política, económica y social. La evolución de las tecnologías de la información y la comunicación, unido al proceso de globalización, han cambiado la forma de entender el mundo y también la forma de hacer política y gestionar los asuntos públicos.

La actual crisis económica ha minado la confianza de los españoles en el orden político surgido de la Constitución del 78. Aquella crisis se ha extendido hasta incorporar manifestaciones claras de crisis también social, institucional y territorial.

Ha llegado el momento de modificar la Constitución para contribuir a garantizar la convivencia, la paz social, la estabilidad política y la solidaridad entre territorios al objeto de conseguir la mayor cohesión social y territorial y avanzar en el mayor nivel de bienestar posible.

Necesitamos garantizar y extender con suficiencia los derechos sociales básicos. Adaptar nuestras instituciones a los objetivos de calidad democrática que exige la ciudadanía. Delimitar y concretar las competencias autonómicas y su financiación en un marco de solidaridad interterritorial para reforzar la convivencia. Y reforzar nuestro compromiso europeísta.    

No se trata de abrir un proceso constituyente, si no adecuar el texto a las transformaciones experimentadas por la sociedad. Los socialistas apostamos por ganar un futuro para la mayoría. La reforma y adaptación de la Constitución a los nuevos tiempos es uno de sus pilares.

Durante los cuatro años que estuve como representante del Gobierno en la provincia tuve la oportunidad de rendir homenaje institucional a la Constitución. La Delegación y Subdelegación del Gobierno en las provincias españolas ejercen la representación institucional del Estado. Reforzar su presencia y la de sus símbolos es el mejor síntoma de su fortaleza. Nuestra Constitución se merece un homenaje institucional en la provincia. Vamos a reconocerla entre todos lo que la representación actual en la provincia le niega.  




 


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