La mala praxis en el ejercicio de una actividad no es sólo patrimonio
de la política, pero se manifiesta con gran intensidad en su acción. No han
dejado de sorprenderme las últimas manifestaciones del secretario general de
Podemos con el ánimo de encizañar al PSOE. Ha querido sembrar la duda sobre
quién manda en los socialistas, para a su vez confundir a la ciudadanía y
presentarse como el “caudillo” de la izquierda.
No es la primera vez que este señor utiliza las “malas artes” para
persuadir a los votantes de la superioridad de su oferta política. En campaña
escondió el derecho autodeterminación de Cataluña que propugnan. Y algún
candidato suyo incluso lo negó en algún debate. En materia económica los
números no cuadran, y ellos lo saben, pero toda su respuesta era, “tenemos
memoria económica”, como si el papel pudiese aguantar todo. En materia social,
en alguna ocasión uno de sus candidatos no ha tenido ningún inconveniente en
sacar el programa del PSOE y presentarlo como suyo. Estas son las credenciales de ese nuevo
partido que, según ellos, no es de izquierdas ni de derechas.
“Podemos es un partido político que se fundó como televisión, y luego
la televisión fundó a Podemos”, como afirma Ignacio Torreblanca en su libro Asaltar los Cielos. Luego vendría el
apoyo incondicional de Atresmedia en La Sexta, como palanca clave para dividir
la izquierda. Los que en su momento nos atrevimos a opinar sobre esta
estrategia de poder mediático en la que visualizábamos la mano del PP, fuimos
insultados en antena por el “gurú” de la tribu. Lo cierto es que los resultados
están ahí. Si los socialistas no gobiernan España durante los próximos caños
será por el apoyo tácito de este nuevo partido oportunista del poder que quiere
enterrar como sea a la socialdemocracia española e imponernos un Syriza al
estilo griego. Sin ideario político, pero con mucha palabrería hueca.
Las malas artes también se han puesto de manifiesto en algún pseudo
medio de comunicación sin escrúpulos de mi tierra; al menos así lo he vivido
yo. El afán por llevarse bien con el partido afín que alimenta los ingresos de
su cuenta de explotación los ha llevado a algún titular esperpéntico, incluso
después desmentido y descalificado por el propio partido al que protegían. La
miseria ha ido más allá cuando han ocultado la actividad y propuestas de la
competencia del partido a quien protegen. E incluso han puesto de manifiesto un
periodismo de baja calidad en la búsqueda servil de sus intereses que les aleja
día a día de la ciudadanía y les acerca al ostracismo.
Las malas artes también se han puesto de manifiesto en alguna candidata
que no ha tenido inconveniente en distorsionar una vez más la realidad y mentir
en cuestiones personales. Pero un trabajo es un trabajo, debe pensar alguna, y
para eso vale todo. Hasta la mentira y los golpes bajos.
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