Me refiero desde el
punto de vista político. Así lo pone de manifiesto el principio de acuerdo
alcanzado estos días entre el partido de Ángela Merkel y los socialdemócratas.
Y ya van tres acuerdos en diferentes legislaturas entre ellos. Lo que queda
claro es que para los dos grandes partidos alemanes, uno de derechas, el CDU, y
otro de izquierdas, el SPD, lo que prima son los intereses de país, o al menos
eso parece. Y con la coalición buscan estabilidad económica, social y política
para Alemania. Ni que decir tiene que tratándose de Alemania, la locomotora de
Europa, el pacto nos proporciona a todos los europeos, incluido los españoles,
un plus de esperanza para los próximos años, más teniendo en cuenta que Francia
tiene una clara vocación europeísta y ambos pueden remar y tirar con fuerza del
resto de la tripulación europea.
Merkel ganó las
elecciones pero sin mayoría absoluta. Tras un intento de pacto con los
liberales y verdes fracasó. ¿Por qué entonces pactar con sus principales
contrincantes, con el partido de la oposición? Por sentido común. En un momento
como el actual, de enormes turbulencias políticas y alta volatilidad electoral,
en el que priman los populismos y los movimientos radicales de extrema derecha,
apostar por los ciudadanos a largo plazo es un valor seguro. En primer lugar
para ellos, y después para los partidos que miran al horizonte y no se dejan
llevar por el tacticismo electoral de corto plazo. Por otra parte, la canciller
tenía en juego su supervivencia política, tras tres mandatos consecutivos, y
los socialdemócratas, así como el otro partido que les acompaña, tienen un futuro
más bien incierto. Con esta decisión buscan un acuerdo negociado, “win to win”
para ellos, centrando la estrategia en las mejoras sociales, a la vez que ganan tiempo para poder recuperar su
percepción pública en los próximos cuatro años y reforzarse. El dicho de que
“en la oposición hace mucho frío” es una realidad. Al menos si no tienes nada
con qué abrigarte.
EL pacto ha sido
posible gracias al gran potencial y superávit económico del que dispone
Alemania. Pero sobre todo ha habido voluntad política, el ingrediente esencial
para cohesionar y cristalizar un acuerdo. Se han hecho acuerdos en materia de
educación, ayudas sociales, seguridad, pensiones, infraestructuras… por valor
de 46.000 millones de euros. El acuerdo es de todos. Los socialdemócratas
apostaron por subir los impuestos e incrementar la bolsa de acogida de
inmigrantes. No lo consiguieron, pero si importantes avances en materia social.
A cambio, la CDU ha hecho prevalecer la ortodoxia fiscal y la capacidad
transformadora que otorga el gobierno en su país y en el resto de Europa.
Alemania tendrá estabilidad en su Gobierno de esta forma para generar confianza
a los inversores, incrementar su crecimiento económico y marcar el curso de las
reformas para reforzar la eurozona, buscar una nueva ordenación de las finanzas
y la deuda mancomunada.
¿Sería posible un
pacto de esta naturaleza en España? No. Hoy por hoy, no. Basta remitirse a los
acontecimientos de los dos últimos años para comprobar que la mayor parte de
los partidos hacen políticas desde sus trincheras, y sus combatientes piensan
primero en ellos y después en lo que ellos creen defender, como si de un credo
se tratase. No es fácil intuir que a veces la virtud está en el equilibrio y
que la salida al horizonte siempre pasa por anteponer los intereses de los
ciudadanos a los del partido y las personas. En esa línea, antes o después
acaban ganado todos. Nos queda mucho por aprender. Alemania es un buen ejemplo.
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